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Full text of "Jornadas; poesías [de] J. Freire Silvar. Con palabras de Pedro Larrión"

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University  of  Toronto 


http://www.archive.org/details/jornadaspoesasOOfrei 


. 


JORNADAS 


ES  PROPIEDAD 


J.    FREIRÉ    SILVAK 


dORNADAS 


POESÍAS 


Con  palabras  de  Pedro  Larrión 


MONTEVIDEO 
1919 


ETERNIDAD 


i:Hay  alp  pe  vive  eterno  y  pe  nota  sobre 
el  carácter  de  los  Hombres:  el  carácter  sublime 
ilel  artista. 

1:E1  arte  es  el  éter  de  las  almas  inertes. 

:,De  las  almas  gemelas  en  el  sentir  es  la 
victoria".  (D 

J.  FREIRÉ  SILVAR. 


Eternidad  a  medias,  que  nace  con  el  hombre  y  vive  sin  él, 
pero  eternidad  no  por  eso  menos  hermosa. 

Como  nace  un  hilo  de  plata  en  el  resquicio  de  una  peña, 
nace  el  arte  en  las  almas  grandes.  También  las  almas  tie- 
nen sus  resquicios  como  las  montañas  y  sus  grietas  como  las 
rocas,  abismes  en  cuyo  fondo  viven  pasiones,  picos  gigan- 
tes, casi  inaccesibles,  que  rasgan  el  cielo  con  su  cabeza  er- 
guida, llena  de  nobles  ideales. 

En  un  paso  abrupto,  sinuoso,  difícil,  sombreado  por  una 
obscuridad  jamás  iluminada,  se  siente  a  veces  el  run-run 
de  algo  que  vive  ignorado.  Es  el  manantial  de  un  senti- 
miento nuevo.  Xace  humilde  y  débil  del  seno  granítico  de 
la  roca,  que  lo  engendró. en  una  noche  de  arrullos  salvajes, 
en  que  el  viento  la  arrancaba  girones  a  besos  y  la  lluvia  la 
fecundaba  con  su  savia  poderosa. 

Adornan  su  cuna  bouquets  gigantescos,  que  tejen  las  ha- 
yas y  los  robles;  y  los  setos  se  despojan  de  su  hojarasca  y 
ias  flore,  de  sus  pétalos,  para  cubrir  con  ellos  el  débil  cuer- 
po del  recién  nacido.  Se  oyen  sus  gemidos  resonar  con  es- 
casas intermitencias.  Su  llanto  tenue,  de  niño  que  llora, 
porque  todavía  no  sabe  reir.  lo  invade  todo.  Surje  luego  el 
hilo  de  plata,  arrastrándose  como  un  fugitivo  temeroso  y 
borda,  en  los  bruscos  declives  de  la  montaña,  caprichosas 
figuras  de  indefinidas  líneas,  aristas  colosales,  gláciles  cur- 
vas. Es  la  gratitud  del  hijo  emancipado,  que  regala  a  su 
madre  la  tierra  con  galas  por  él  tejidas. 


[1]    Este  pensamiento,  dedicado  a  un  amigo,  sugirió  al  poeta  Pedro  Larrión  del  Arco  el  presente  inspi- 
radísimo artículo;  que,  en  cierto  aspecto,  constituye  la  semblanza  espiritual  del  autor  ds  estas  poesías. 


Párase  de  pronto  ante  un  obstáculo  invencible.  VA  agua, 
ai  principio  clara,  bonica  suavemente  el  pie  de  aquella  ba- 
rrera infranqueable  y  besa  cod  dulzura  sus  macizos  arran- 
ques, como  hembra  humillada  que  apela  a  las  caricias  pa- 
ra vencar  la  tría  altivez  del  macho.  Luego  se  enturbia  y.  en 
remolino  furioso,  arremete  en  empuje  mil  veces  repetido  y 
otras   tantas   rechazado. 

El  hilo  de  plata  aporta,  sin  cesar,  fuerzas  vitales  que  ro- 
bustecen aquella  furia  estancada;  el  espejo  purísimo  (pie  el 
agua  formó,  se  viste  de  espuma  y  en  su  seno  viven  los;  pe- 
ces y  en  sus  orillas  aplacan  su  sed  las  blancas  palomas. 

Un  día,  el  esfuerzo  indomable  del  arroyo,  le  hace  saltar 
por  cima  de  aquella  mole  pétrea ;  y  la  espuma,  al  coronar  la 
íojiza  cabeza  del  tirano,  se  agita  y  se  resiste  y  por  fin  cae. 
con  estruendo  de  muerte,  en  aquel  abismo  inmenso,  que 
tiene  el  infinito  azul  por  horizonte  y  una  verde  pradera  por 
lecho. 

El  hilo  de  plata,  hecho  torrente,  se  desborda  en  las  alturas 
y  salpica,  con  sus  aguas  purísimas  pulverizadas,  el  azul  del 
cielo  y  el  verde  de  la  tierra.  Es  el  llanto  nostálgico  de  su  ver- 
tiginosa caída.  Por  eso,  al  estrellarse  en  la  concavidad  de  su 
tumba,  susurra  melancólicamente:  "Hay  algo  que  vive  eter- 
no y  que  flota  sobre  el  carácter  de  los  hombres:  el  carácter 
sublime  del  artista". 

Manso,  sigiloso,  como  un  titán  austero,  que  ha  perdido  la 
fe  en  su  fuerza  y  la  busca  en  su  virtud,  lame  las  riberas  de 
su  cauce  y  con  sus  besos  engendra  flores  y  con  sus  brazos 
arranca  de  raíz  troncos  seculares.  Descubre  con  impudor 
candoroso  las  reconditeces  misteriosas  de  sus  entrañas  y  en 
ellas  alimenta  legiones  de  seres  que  prestan  nuevos  encantos 
a  su  curso. 

Su  brisa  fresca  lo  rodea  de  un  nimbo  de  maternidad  en 
que  se  cobijan  las  almas  fuertes  y  sencillas.  Es  el  aliento  vir- 
ginal que  en  oleadas  vaporosas  sube  al  cielo,  mientras  la  co- 
rriente canta,  con  su  cantar  monótono,  las  endechas  senti- 
mentales de  su  convicción  postrera :  "El  arte  es  el  éter  de  las 
almas  fuertes". 

('orre  el  río  hacia  el  mar.  En  su  camino,  largo  y  tortuoso. 


queda  el  surco  profundo  de  su  paso,  la  estela  azul  que  lleva 
a  su  nacer  humilde,  donde  hojarasca  y  ñores  fueron  el  orna- 
to de  su  cuna. 

En  un  alarde  vano,  soberbio  el  río  se  crece  y  se  ensancha, 
rompiendo  los  diques  de  su  lecho,  como  rompen  los  suyos 
los  Hombres  que  en  la  tierra  fueron  humildes  y  dejaron  de 
serlo. 

.Su  influjo  bienhechor  hace  fructificar  a  los  campos:  él 
clora  las  miesss  y  su  contacto  reverdece  los  pensiles  que  en 
su  orilla  crecen  y  en  ella  han  de  florecer. 

Pero  el  rio  se  desliza  siembre,  cantando  su  eterna  halada 
de  rotas  ilusiones,  tendiendo  a  su  fin,  buscándolo  eu  la  lla- 
nura sin  límites  de  su  carrera,  deseándolo  con  bramidos,  me- 
losos a  veces  como  un  suspiro  y  a  veces  ardientes,  desgarra- 
dores, como  destellos  de  pasión. 

Y  se  ve  su  vagar  incierto  declinando  su  voluntad  en  el 
azar  con  la  naturalidad  que  un  día  de  estío  decdina  en  otro 
<iia  su  fuego  y  sus  ardores,  mientras  la  sombra  crepuscular 
vela  púdicamente  con  su  manto  negro  las  postrimerías  de  un 
día  engendrando  a  otro. 

¡Se  oye  a  lo  lejos  la  voz  enardecida  del  que  espera,  contes- 
tando a  la  tierna  balada  del  (pie  llega  y  el  río  arrecia  en  su 
empuje  irresistible.  Estremécense  sus  aguas  en  convulsiones 
de  mortal  angustia  y  ábrese  paso  su  cuerpo  de  titán,  corrien- 
do ciego  de  pasión  tras  la  voz  conmovedora  de  su  sangre.  .  . 

Es  la  cita  augusta  de  dos  almas  hermanas  nacidas  para 
amarse,  el  abrazo  brutal  de  dos  pasiones,  el  llanto  desgarra- 
dor de  dos  huérfanos  que  lloran  a  su  madre. 

Precipítase  el  río  en  el  seno  inmenso  de  su  hermano  el  mar 
y.  ante  aquella  caricia  de  triunfo,  sube  a  lo  alto  el  incienso 
de  su  brisa,  en  vapores  cálidos  que  se  ven  con  los  ojos,  que 
se  aspiran  con  los  labios,  que  se  desean  con  el  alma,  mientras 
suenan  en  la  tierra  las  tiernas  endechas  de  su  melancólica 
balada:  "De  las  almas  gemelas  en  el  sentir,  es  la  victoria". 


Pedro  LARRION. 

Escorial  de  Madrid.  Noviembre  1909. 


Jornadas    de    juventud. 

de    pasión   y   de    desesperanza. 
Jornadas    de    ansia    de    eternidad. 

de   deseo    de   perfección    moral, 

de   peregrinaje   espiritual. 

de    comunión    con    el    supremo   ideal  de  la  Dellexa. 
Jornadas    de    la    gloriosa    epopeya    humana. 


A    mi    esposa 

PAULA    FRAGA    DE    FREIRÉ 


¡!; 


DAS 

fW  i 

8 


VALORES 


Tenga  quienquiera  su  afecto  hacia  el  oro, 
guste    cualquiera    la    vida    y   su   boato ; 
yo,  eu  justo  medio,  guardar  sé  mi  trato 
como  el  que  guarda  un  inmenso  tesoro. 

Ruede  a  las  bolsas  el  disco  sonoro 
con  tintineo  de  espasmo  barato ; 
ruede,  que  siento  yo  en  rodar  más  grato 
las  onzas  del  alma  que  tanto  avaloro. 

Haga  el  mal  arte  del  juez  la  delicia. 
maquine  el  político,  falle  la  justicia, 
el  médico  juegue  con  la  enfermedad; 

que  yo  en  la  montaña  conservo  en  mi  Arca 
los  remos,  las  velas,  que  equipan  mi  barca 
que  esperan  el  vuelo  de  la  Eternidad. 


9  — 


EL  SONETO 


De  la  gloria  del  mundo  aquí  olvidado, 
quizás  del  genio  soy  la  luz  potente; 
el  rayo  del  amor  seré  que,  ardiente, 
sin  hallar  conductor  duerma  ignorado. 

Hoy,  de  la  soledad  enamorado, 
en  esta  altura  me  dejó  un  creyente ; 
no  temo  no  de  aquí  al  indiferente, 
irás  alto  me  he  de  ver  aún  a  su  lado. 

Cual  fósforo  que  al  aire  parpadea, 
la  estrofa  que  señala  mi  figura, 
al  necio  turbia,  mas,  brillante  al  bueno. 

Soy  la  amalgama  que  el  poeta  emplea 
al  modelar  su  mente  la  escultura, 
que  a  golpes  talla  su  fogoso  seno. 


11  — 


NO  HABER  NACIDO  PAJARO 


Es  claro  que  a  ninguno  le  interesa 
que,  al  llegar  al  oasis  de  la  vida 
pretenda  dar  reposo  a  la  cabeza 
que  lleva  un  alma  por  demás  vivida. 

Pero  no  estoy  caído,  no.  que  siento 
la  lava  ardiente  que  en  mis  venas  corre 
no  daré  tregua  al  cazador  sediento 
que  por  bebería  el  ámbito  recorre. 

Mi  cuerpo  posará  sobre  una  piedra 
pero  hacia  las  regiones  eternales 
ascenderá  mi  alma,  cual  la  hiedra 
se  yergue  hacia  la   altura  sin  puntales. 

Embolo  de  la  vida,  sube  y  baja, 
transportada  en  alígero  Pegaso ; 
y  no  halla  en  su  carrera  más  ventaja 
que  escanciar  la  amargura  de  su  vaso. 


—  13  — 


Solo  siento  en  mis  ansias  infinitas 
no  haber  nacido  pájaro:  pues  ave 
ú  fuera,  con  las  páginas  escritas, 
formal  ale  al  pesar  cómoda  nave. 


Que  el  Dolor,  del  poeta  es  compañero. 
y  brilla  entre  sus  sombras  más  que  Sirio 
y  haciéndole  sentir,  es  el  primero, 

que  la  palma  del  vate  es  de  martirio. 


No  haber  nacido  ave,  y  en  un  vuelo 
lanzarme  a  las  regiones  más  remotas; 
y  arrancar  al  Misterio,  de  este  suelo, 
las  leyendas  pretéritas   e  ignotas. 


Y  sembrar  la  semilla  bienhechora, 
del  alma  humana  hasta  lo  más  profundo ; 
que  diera  a  la  esperanza  redentora 
vida  otra  vez  sobre  la  faz  del  mundo. 


Y  de  Moisés,  Platón  y  Jesucristo 
eclipsara  la  gloria  mi  deseo; 
que  como  estoy  seguro  de  que  existo 
la  igualdad  de  los  hombres  en  mí  veo. 


—  14  — 


No  haber  nacido  pájaro;  que,  luego. 
de  inspirarme  en  la  gran  Naturaleza, 
sintiendo  en  las  entrañas  su  alto  fuego, 
entonara  radiante  marsellesa. 

Y  aunque  sé  que  a  ninguno  le  vá  nada. 
mi  rebelde  expresión  y  mi  congoja 
en  la  lucha  vital  del  alma  airada, 
es  de  la  espada  la  cortante  hoja. 


—  15  — 


FE 


Cual  roca  solitaria  del  mar  hondo 
que  al  serenarse  el  huracán,  erguida, 
alza  su  pico  reclamando  vida, 
así  mis  versos  surgirán  del  fondo. 

Dentro  del  pecho  lo  que  tanto  escondo, 
no  sé  si  gala  o  vanidosa  herida, 
pujante  hoy  rasga  prevención  mentida 
y  al  centro  de  la  luz  vira  en  redondo. 

Con  airada  expresión  la  fé  me  alienta 
y  confiando  en  los  plomos  de  la  Imprenta 
el  vate  dá  a  la  vida  su  embeleso. 

Perdón,  si  cual  tributo  de  victoria 
estampara  en  la  frente  de  la  gloria, 
de  amor  terreno,  un  ardoroso  beso. 


—  17  — 


HERIDO 


Es  mi  temperamento  tas  curioso 
que  se  solaza  cuando  lo  han  herido ; 
y  en  vez  de  ser  su  voz,  débil  quejido, 
es  la  grata  expresión  del  alborozo. 

Cada  llaga  que  guarda,  es  el  glorioso 
retazo  de  la  vida  que  ha  vivido ; 
la  que  si  para  algunos  es  olvido, 
para  mi  humana  obra,  es  un  esbozo. 

Como  es  su  fé  la  que  orgulloso  ostenta, 
la  vanidad  del  nombre  en  poco  cuenta, 
devolviendo  si  puede,  bien  por  mal. 

Y  si  a  golpes  transita  por  la  vida, 
sigue  al  golpe  la  luz;  así  mi  herida 
tiene  la  esplendidez  del  pedernal. 


—  19 


LA  VISION  DEL  POETA 


Abiertas  las  cortinas  del  Oriente 
Las  dulces  aves  su  venir  saludan 
Al  rubio  Febo,  que  en  su  carro  de  oro 
De  la  tierra,  amedrenta  la  penumbra; 

Y  en  ella   esparce  sus  dorados  rayos 
Dándole  vida  por  doquier  la  cubran. 
Las  graciosas  nereidas,  de  las  aguas 
Del  arroyo,  se  vuelven  una  a  una 

Y  en  sensual  desperezo  se  abandonan 
De  la  orilla  del  mar  en  las  espumas. 
Atónito  al  mirar  tanta  grandeza 
Me  convidó  la  arena  en  sn  blancura, 

Y  en  ella  descansé,  cual  en  un  lecho 
Pudiera  hacerlo  de  mullida  pluma. 
Entonces  la  visión  que  me  persigue, 
Llenando  el  pecho  de  mortal  tortura, 
Cuando  el  insomnio  mis  pupilas  abre 
Al  frenético  son  de  la  locura, 

Con  el  ropaje  de  vestal  divina 

Y  en  la  aureola  de  brillante  bruma 
Vino  hasta  mi  sonándome  sublime 
La  música  de  un  arpa  con  dulzura  : 


—  21 


"Triste  poeta  que  coh  tu  lira, 
Errante  canias,  a  quien  suspira 

Su  laigo  duelo, 

Mientras  el  ciclo 
Juega  engañoso  con  tu  pasión 

Oye  mi  voz; 
\  engo  al  llamado  de  la  esperanza 
Porque  del  cielo  ya  la  venganza 
Que  lastimaba  tu  orgullo  vano 
Hoy  bondadoso.  El  soberano, 

Te  perdonó. 

"Sigue  virtuoso  por  la  ardua  senda, 
Que  allí  sentado,  quien  te  comprenda 

Será  a  tu  lado 

Báculo  amado 
Que  al  peregrino  dá  su  vigor, 

Será  el  amor. 
Y  él  de  la  orilla  de  aquel  camino 
Cogerá  flores  de  olor  tan  fino 
Que  la  memoria  de  lo  pasado 
Será  aquel  cielo  que  ha  disipado 

Fuerte  aquilón. 

"Canta  si  quieres,  tierno  poeta, 
De  amor  sagrado  tan  honda  veta 

Con  noble  verso, 

Que  el  universo 
Si  tu  lo  empeñas  con  alto  honor 

Te  hará  señor; 
Quizás  la  Fama,  de  los  vergeles 
Que  el  cielo  guarda,  pondrá  laureles 
¡Sobre  la  frente  de  la  que* ama 
El  que  su  trompa  feliz  proclama 

"Este  triunfó". 


22  — 


Así  que  las  notas  se  fueron  perdiendo 

Cesado  el  cantar, 
Aquella  fantasma  metióse  en  las  brumas 

Del  día  al  cerrar; 

Y  allí  dirigiendo  su  voz  a  mi  oído 

"Yo  soy  el  amor, 
"Ay,  pobre  el  que  suelta  su  vela  a  la  brisa 
"Que  oculta  el  furor" 

Volví  de  aquel  sueño  tan  grato  al  principio 
Tan  triste  después, 

Y  en  una  sonrisa  cubrí  mi  amargura 

Y  al  cielo  clamé : 

¿Por  qué  entre  las  olas  del  mar  de  la  vida 

Me  hiciste  bogar, 
Llenando  la  playa  de  dulces  promesas 

Que  no  he  de  alcanzar? 

Y  al  ver  el  naufragio  que  ya  me  amagaba 

Te  alejas  de  mí 
Diciendo  "Es  quimera,  la  bella  esperanza 
Que  ha  poco,  te  di" 

Descubre  si  quieres  mi  negro  destino 

Aun  tengo  valor, 
Yo  todo  lo  sufro,  la  cruda  certeza, 

El  engaño,  no  ! 


—  23  — 


Como  en  festín  sacrilego,  ias  nubes, 
Llegado  el  sol  a  las  postreras  horas 
Parecen  complacerse,  sn  faz  cárdena. 
Crueles  cubriendo  con  tupida  sombra; 
El  lejano  rodar  del  ronco  trueno 
Semeja  el  portavoz  de  extraña  gloria. 
A  trechos,  el  relámpago  dibuja 
Con  vigorosa  mano  que  me  asombra 
El  descarnado  espectro  de  la  muerte 
Que  en  el  Poniente  lúgubre  se  asoma. 
Las  aguas,  que  jugaban  en  la  arena 
Mandando  sus  espumas  en  las  ondas 
A  halagar  las  nereidas,  que  ya  huyeron, 
Vienen  y  van  ante  mi  pie  furiosas. 
Tal  se  asocia  natura  a  los  hechizos 
Que  mis  visiones  gratamente  adornan. 


—  24  — 


FALSA  VIDA 


Llega  la  concurrencia  con  paso  mesurado 
a  la  sala  del  cine,  cual  si  fuera  en  un  templo; 
madres  que  con  sus  hijas  van  tras  de  un  buen  ejemplo 
o  de  cualquier  ingenuo  que  les  dé  al  fin  estado. 

Bate  el  fiero  pianista  su  trote  en  el  teclado 
que  acaba  por  cansarme  del  drama  que  contemplo; 
mientras  mis  pobres  nervios  angustioso  destemplo, 
la  niña  se  desmaya  de  pena  a  nuestro  lado. 

Acudo  con  presteza,  aflojóle  el  justillo. 
más  ella  en  el  doncel,  me  troca,  del  castillo, 
y  me  dice  muy  quedo:  "No  apretes,  por  Dios  ¡calla!" 

Yo  callo  ¿quién  lo  duda?  Pero  el  drama  ¿no  es  eso? 
pues  mientras  nuestro  idilio  termina  con  un  beso 
emerge  con  crudeza  de  la  blanca  pantalla. 


—  25  — 


ESTOICO 


Cuando  la  Noche  con  sudario  frío 
La  Tierra  envuelve  que  el  reposo  anhela; 
Mi  espíritu,  que  insomne  siempre  vela, 
Se  abisma  en  otro  mundo  más  sombrío. 

Un  duelo  en  su  perpetuo  desvarío 
Muy  grande  vive  en  sí  que  le  desvela, 
Y  corre  hacia  el  Amor  (pie  le  consuela. 
Como  a  la  mar  ei  solitario  río. 

Inútil  busca  la  ilusión  ansiada. 
Pues  al  mirar  su  forma  refulgente 
Vuélvese  en  niebla,  y  como  niebla,  en  nada. 


Así  de  este  calvario,  penitente, 
Voy  tranquilo  ganando  la  jornada 
con  la  rabia  en  el  pecho,  y  sonriente. 


ENSOÑACIÓN 


En  el  constante  ensueño 

Que  me  hace  ser  poeta 
Vá  mi  genio  vagando  en  otros  mundos 
En  busca  del  Amor  y  la  Belleza. 

Y  como  la  barguilla 

Que  en  la  mar  juguetea. 
El  corazón  prosigue  en  la  esperanza 
Bogando  en  pos  de  la  ilusión  que  anhela. 

i  Tú  1p  darás  auxilio 

De  ese  mar.  la  sirena. 
O  según  tu  costumbre  harás  traidora 
Mostrar  la  dicha  en  que  después  se  pierda?. 


—  20  — 


Cesa  tu  dulce  canto 
Que  su  ritmo  me  apena; 
Deja  al  agua  las  conchas,  que  mi  lira 
¡Sabrá  tu  voz  acompañar  espléndida. 


Y  entonces  a  tu  lado, 

Sentado  por  la  arena, 
Arrancaré  las  notas  más  sublimes 
Que  guarda  un  alma  que  el  amor  consuela  ; 


Y  las  ninfas  curiosas, 

Traerán  placenteras 
Al  ver  al  triunfo  sonreír  mi  dicha, 
La  blanca  espuma  que  las  ondas  llevan ; 


Y  brindará  sus  ramos 

Florida,  la  pradera, 
Que  aquellas  con  el  vuelo  de  la  danza 
Perfumarán  la  flor  de  tu  belleza ; 


Y  en  amor  embriagada 

Posarás  tu  cabeza 
Que  beso  yo  en  mis  crisis  de  amargura 
Junto  a  la  mía  que  el  ardor  enferma ; 


—  30 


Y  dejarán  tus  labios 

Que  en  la  delicia  sueñan, 
Vida  feliz  a  un  alma  desgraciada, 
Y  en  mi  boca,  la  miel  que  ellos  contengan. 


En  el  constante  ensueño 
Que  me  hace  ser  poeta 
Va  anhelando  el  deseo  despertado 
El  rico  edén  que  tu  beldad  presenta. 


—  31  — 


ELEGÍA 


A  J.  C.  Fernández 

en  la  muerte  de  su  hermano. 


Ignora  siempre  la  tranquila  nave 
Si  al  ciar  al  viento  su  moreno  lino 
Benigno  el  tiempo,  mostiaráse  o  grave. 

Así,  confiada,  parte  de  contino 
Al  vasto  mar  que  su  esperanza  fía, 
Siempre  la  tumba  abierta  en  su  camino. 


La  playa  deja  que  feliz  tenía, 
Playa  que  en  alas  de  aromoso  viento 
Hoy  último  su  adiós  triste  la  envía. 

Resguárdala,  ¡  oh,  Señor !  que  el  movimiento 
Modere,  al  arrugar  del  océano, 
La  faz  traidora,  el  Aquilón  contento. 


—  33  — 


Si  fué  que  un  día  la  llamaste  en  vano 
A  buscar  realizada  la  Esperanza, 
Pií  asa  que  fué  su  corazón  humano 


Débil,  al  fin,  a  quieta  bienandanza. 
Las  patrias  playas  la  aferraron  fuerte 
Do  olvidarla  la  hicieron  Tu  venganza. 


Más,  no  la  gloria  bordará  su  Suerte 
Cual  ha  bordado  la  de  aquel  que  canto. 
Cuya  lumbre  avivó  dura  la  muerte. 


Duélate,  ¡oh.  Parca!  mi  leal  quebranto, 
Aun  cuando  el  gozo  tus.  entrañas  llene, 
.Mi  dulce  ser  guardándolo  entretanto. 


Advierte  que  mi  pecho  no  contiene 
Ya  aquel  suspenso  amor  que  te  admiraba, 
Pues  solo  es  el  rencor  lo  que  hoy  me  viene. 


Mi  musa  que  en  tu  duelo  reparaba, 
Con  noble  inspiración,  enternecida, 
A  tí,  ¡oh,  amigo!  su  consuelo  daba. 


—  34  — 


Ella  que  oyó  del  Pindó  presumida 
Subir  la  estrofa  a  los  etéreos  lares 
Por  apócrifos  genios  de  esta  vida, 


Al  Olimpo  ascendió,  y  en  sus  altares, 
A  Júpiter  depuso  su  secreto 
Do  al  término  acabó  con  sus  pesares; 


Y  hoy  a  cumplimentar  su  alto  decreto 
l^ue  afronta  sola  a  la  asombrada  gente. 
El  canto  ensalzador  será  su  reto. 


Asaz  es  la  virtud,  grande  y  valiente, 
Por  más  empuje  que  la  torpe  envidia 
Despliegue  ante  su  bien  dulce  y  potente; 


Y  es  alto  galardón  si  en  dura  lidia 
Yencer  consigue  la  virtud  al  dolo, 
Mas.  ;  siempre  triunfa  la  inmoral  perfidia  ! 


Grande  es  su  imperio,  pues  que  desde  un  polo 
Al  otro  polo  por  el  mundo  impera, 
Aunque  su  ambiente  miserable  es  solo. 


—  35  — 


Eterno  el  cielo,  que  es  la  senda  vera. 
Entre  laureles  de  inmortal  verdura, 
A  aquella  acogerá  tras  su  carrera. 


¿Qué  más  consuelo  dar  del  alma  pura 
A  quién  sin  él  mirábase  olvidado, 

Al  (¡nejarle  al  destino  su  amargura7 


Al  débil  queden,  triste,  afeminado. 
Del  llanto  el  desahogo  pasajero 
Y  el  mostrarnos  su  pecho  lastimado; 


Y  quede  en  tí  perenne  el  son  postrero 
Del  criterio  mundano  que  decía 
Viendo  en  sus  juicios  un  dudoso  esmero : 


"Cuando  con  pasmo  su  talento  vía 
Sereno,  humilde,  remontar  la  altura, 
Sintió  mi  envidia  tan  mortal  pavura 
Que  quiso  hacer  la  Noche  y  le  hizo  el  Día". 


—  36  — 


UN  VASO  DE  CERVEZA. 


Vá  se  agita  en  mi  vaso,  como  santo  tesoro, 
el  filtro  de  los  sátiros  de  cebada  y  de  alcohol; 
y    visiones    fantásticas    vanamente    desfloro 
sin  hallar  arquetipo  que  me  entalle  mejor. 

Una  mesa,  un  amigo,  un  corazón  de  oro, 
una  idea  sublime  de  moral  o  de  amor; 
una  orquesta  que  irradie  con  su  encanto  sonoro 
desde  el  fondo  del  pecho  un  mágico  temblor. 

Nada  el  ente  morboso,  de  su  letargo  insano, 
— luchando  el  alto  espíritu  con  asco  sobrehumano— 
consigue  con  su  arte  vaciar  en  mi  troquel. 

Que  este  troquel  es  vaso  que  Fidias  ha  esculpido 
y  es  de  mis  ambiciones  hospitalario  nido 
que  cobija  del  alma  los  polluelos  del  bien. 


—  37  — 


ELLA 


Dá  sus  cinco  sonoras  campanadas 
incansable  el  reloj.  La  inhábil  mano, 
servil  secuaz  de  mi  cerebro  vano, 
teje  en  el  block  ideas  extraviadas. 

El  Amor  con  sus  alas  perfumadas, 
la  Pasión  con  su  impulso  soberano, 
el  Saber,  la  Ambición,  del  ser  humano 
espectros  son,  que  esfuman  mis  miradas. 

En  mi  vida  interior  tengo  el  consuelo 
de  que  aquella  que  guarda  mi  desvelo 
y  mi  sufrir  eternamente  espía, 

me  recuerda  también  "que  yá  es  de  día"' 
"que  se  me  está  poniendo  cano  el  pelo", 
"y,  que,  en  su  corazón,  no  hay  agonía*'. 


—  39  — 


MI  NUEVA  RELIGIÓN 


Vuela,  vuela,  ambiciosa  mente  mía, 
vuela,  que  no  hallarás  más  que  dolor; 
vuela,  trayendo  para  el  nuevo  día 
la  nueva  religión. 

Dile  a  los  hombres  tras  tu  gira  ansiosa 
que  has  sufrido  cual  ellos  un  pesar; 
que  al  nido  vuelves,  ave  codiciosa, 
huyendo  al  huracán. 

Las  tablas  de  la  ley  yá  están  escritas 
no  son  las  que  adoraba  nuestra  fé 
son  las  que  en  sensaciones  infinitas 
nos  habla  nuestro  ser. 

Un  cadáver  no  más.  fueras  ¡  oh,  mente  ! 
al  no  darte  la  vida  el  corazón; 
fuera  Dios  un  cadáver  si  viviente 
no  lo  hiciera  el  amor. 

Que  es,  del  pecho,  la  batalla  ardiente, 
más  grata  sensación  de  su  existencia  ¡ 
que  la  pasión  que  sufre  es  la  evidente 
muestra  de  su  creencia. 

Tanto  anduvo  mi  mente  por  el  mundo 
(pie  anhelaba  su  objeto  y  lo  encontró 
fué  en  pos  de  algún  consuelo  en  lo  profundo 
y  halló  su  religión ! 


41 


EL  DOLOR  DE  JESÚS 


Vi  alzar  mística  y  sola,  de  Jesús  la  figura, 
sobre  el  vasto  teatro  de  mundial  anarquía ; 
y  revelando  ingenua  su  alma  grande  y  pía 
un  gesto  contraído  me  mostró  su  amargura. 

Soy  luz  del  Universo,  soy  luz  de  su  cordura. 
soy  la  luz  que  dimana  la  Bondad  y  Armonía ; 
soy  la  luz  que  obscurece  a  la  del  propio  día. 
soy  la  luz  que  el  instante  del  pecador  apura. 

Pero  no  sé  encontrar  ni  la  expresión  ni  el  nombre 
de  lo  que,  pobre  iluso,  a  gritos  clama  el  hombre 
para  que  le  enderece  su  tan  torcida  suerte, 

Dijo  Cristo :  y  el  Gólgota,  contestó  con  sarcasmo 
despertando  a  los  siglos  de  so  letal  marasmo: 
— La  paz,  no  es  de  los  hombres  ¡  La  paz  está  en  la  muerte 


—  43 


DRAMA 


Revuelta  está  la  alcoba  de  infantiles  hazañas, 
la  alcoba  que  de  ensueños  tiernamente  decoro ; 
cuando  con  ansias  locas  los  besos  atesoro, 
de  mi  hijo.  que  define  sus  graciosas  patrañas. 

Dice  la  madre  al  niño:  —  "Hijo  de  mis  entrañas 
vete  a  dormir,  yá  es  hora,  a  tu  camita  de  oro; 
jTJn  beso?  sí  ¿otro  más?  ¡oh,  mi  santo  tesoro! 
¿que  te  deje  me  pides?  con  tus  besos  me  engañas. 

Te  prometo  al  dormirte,  cuando  termine  el  rezo, 
la  historia  divertida  del  "Pájaro  travieso" 
que  huyó  de  su  jaulita  pensando  en  su  mamá. 

Y  estando  aún  en  la  falda  el  tuno  del  muchacho 
atento  a  lo  que  oía,  dijo  sin  gran  empacho : 
— "Eso  yo  no  lo  haría,  no  lo  quiere  papá". 


—  45  — 


A  UNA  ESTRELLA  ERRANTE 


Cuando  te  miro  desprender  del  cielo 
Eclipsante  de  luz,  ardiente  ansio 
Imitar  tu  lucir,  desde  este  suelo 
A  la  gloria  lanzando  el  genio  mío. 

Más,  no  quiero  seguir  tu  triste  suerte, 
Que  hoy  abisma  en  mi  ser  el  pensamiento ; 
Si  así  tan  pronto  ha  de  acudir  la  Muerte 
Despreciaré  a  la  Fama  el  monumento. 

¡  Cuántos  siguiendo  esa  escabrosa  vía 
Destrozado  el  espíritu  lo  intentan ! 
Mientras  dan  de  su  numen  a  porfía 
Todo  el  fulgor  que  en  su  ilusión  sustentan. 

Pero  Aquel  que  a  estas  ansias  se  antecede 
Un  límite  trazó,  que  a  repasarlo, 
El  mismo  impulso  que  su  furia,  excede 
El  mismo  impulso,  tenderá  a  acabarlo. 

Eres  cual  la  esperanza,  con  que  abriga 
La  alegre  juventud  sus  corazones ; 
La  que  alimenta  el  de  la  dulce  amiga, 
Cuando  el  fuego  vital  de  las  pasiones. 

Y  cual  ella  fugaz  tu  brillo  es  nada, 
En  la  solemne  noche  misteriosa ; 
Mueres  así  de  tu  esplendor  rodeada, 
Nada  quedando  de  la  luz  pomposa. 


—  -Í7 


Así  nació  en  mi  pecho  aquel  destello 
Que  con  tanto  dolor  aún  hoy  me  abrasa  ; 
Que  con  harto  pisar  lució  tan  bello 
Que  <U'jú  sobre  su  ara  la  esperanza. 

Así  murió,  también,  del  leve  instante 
Al  término  apurado  y  dolorido; 
Con  la  admirada  estela,  tan  brillante 
que  en  todo  su  fulgor  se  ha  consumido. 

Yo  te  adoraba  como  adora  el  niño 
La  candidez  que  vé  en  la  mariposa; 
Pues  como  en  él  brotara  en  mí  el  cariño 
Al  ver  la  semejanza  portentosa. 

Cruza  que  a  mi  me  encanta  tu  grandeza, 
Cruza  la  inmensidad  del  firmamento; 
Que  aunque  la  Vida  para  tí  es  pobreza, 
Llevas  la   fama  a  la  ilusión  y  al  viento. 

Cruza,  cruza  no  más,  yo  te  bendigo, 
De  mi  tranquila  soledad  saliendo; 
Siempre  yo  te  amaré  seré  tu  amigo, 
Ya  ves  que  el  corazón  te  voy  abriendo. 

Salve  así  pues,  estrella  desgraciada. 
Sitmpi*e  aquí  habrá  quien  llore  tu  existencia; 
Quien,  compasivo,  a  lo  alto  una  mirada 
Dirija  al  presentir  tu  triste  ausencia. 

Y  al  mirarte  otra  vez  cruzar  el  cielo 
Eclipsante  de  luz,  el  genio  mío, 
Ya  no  te  envidiará,  sino  que  en  duelo 
Hará  brotar  de  lágrimas  un  río. 


_  48  — 


LA  MURGA 


El  cielo  está  de  luto.  Cae  una  lluvia  fina, 
fina,  cual  la  evidencia  de  algún  cruel  desengaño ; 
la  Aurora,  encapotada,  previendo  el  dulce  baño 
se  arrebuja  en  cojines,  donde  aún  Febo  se  inclina. 

Suenan  las  campanadas  de  una  iglesia  vecina 
en  alegre  repique  llamando  su  rebaño ; 
y  eu  empírico  goce,  libres  de  todo  daño, 
cuatro  sombras  se  escurren  por  la  próxima  esquina. 

Así,  al  pronto,  es  difícil  adivinar  su  oficio 
al  grupo  agazapado,  de  aspecto  tenebroso, 
si  bombas  son  que  enfilan  al  M^p  .frontispicio .  . . 

Cuando  atruena  la  calle  un  himno  fragoroso 
que  me  dá  enhorabuena,  de  más  grato  momento, 
mientras  mi  alma  clavan  sus  puñales  de  viento. 


49  — 


TRINO 


Soy  ave  fugitiva  de  otras  edades 
que  en  alas  inspiradas  sublima  el  viento ; 
que  de  los  sueños,  ama  las  soledades 
que  encierran  las  dulzuras  de  un  cruel  tormento. 

Que  gusta  la  tristeza  del  camposanto 
en  las  calladas  noches  sin  luz  ni  estrellas; 
y  en  un  ciprés  amigo,  volver  al  canto 
del  fúnebre  recuerdo  de  sus  querellas. 

Que,  cernida  en  su  vuelo,  sobre  el  palacio 
en  que  el  fuerte  disfruta  su  poderío; 
no  hay  rey  que  la  domine  bajo  el  espacio 
en  tanto  entre  perfumes  murmure  el  río. 

Que  en  el  sencillo  trino,  que  Amor  le  inspira 
modela  las  leyendas  del  infinito ; 
y  la  divina  esencia  que  de  él  aspira 
consuela  y  reconforta  su  ardor  contrito. 


51 


Que  adora  las  virtudes  de  la  azucena, 
si   tímida   doblega  su  esbelto  talle; 
al  ver  que  con  susurro  de  larga  pena 

traidor  la  cérea  el  viento  del  hondo  valle. 

Que  vive  sin  sosiego  y  ajena  al  mundo 
buscando  la  esperanza  que    minea  asoma; 
mientras  dice  el  Destino,  grave  y  profundo: 
— Canta  avecilla,  canta,  por  tu  paloma. 

La  pérfida,  a  aquel  nido  que  tanto  amaba, 
pajita  tras  pajita  le  fué  robando; 
mientras  yo  de  mi  pecho  que  ello,  ignoraba, 
con  las  fibras  más  dulces  lo  iba  bordando. 

Nave  soy.  (pie.  en  los  mares  de  las  visiones 
impelido  del  viento  de  la  esperanza, 
dejo  estela  profunda  con  mis  canciones 
aunque  sé  que  me  alejan  de  la  bonanza. 


—  52  — 


SE  HAN  BURLADO  HIJA  MÍA 


S  •  han  burlado,  me  dices  hija  mía, 
ayer  tarde  los  mozos  de  la  tienda; 
y  he  comprendido  que  de  allí  la  venda 
de  tu  inocencia  al  lodazal  caía. 

Una  risa  nerviosa  contraía 
mi  ser,  que  raya  tu  segura  senda ; 
y,  aunque  este  impulso  por  demás  me  venda. 
diré  que  un  bien  en  esa  burla  había. 

Juega  el  niño,  aún  al  borde  del  abismo: 
y  a  punto  de  marchar  a  un  cataclismo 
el  aire  libre,  en  vaguedad,  le  advierte. 

Así  niña,  hija  mía,  te  ha  salvado 
el  misterio  que  llega  revelado 
en  las  alas  sutiles  de  la  suerte. 


53  — 


TROVA  GALANTE 


Quizá  tu  móvil  fué  ¡oh,  dama  herniosa! 
(y  aquí  perdona  por  favor  mi  duda), 
que  en  vanagloria  te  halagara  aguda 
la  musa  que  en  mi  amor  salió  ganosa. 

He  de  advertirte,  estrella   esplendorosa, 
que  a  la  voz  de  la  Fama  no  se  anuda 
la    vil   lisonja ;    pues    perece  muda 
mi  lira,  en  alquiler  de  trata  odiosa. 

No  te  enfurezcas,  ni  rencor  me  envíes, 
porque,  en  verdad,  a  mí  me  es  muy  ajeno. 
Solo  te  ruego  no  me  pidas  verso. 

Más,  oye :  los  haré,  cuando  me  fíes 
en  un  rincón  del  pecho  sitio  ameno. 
Cuando  me  muestres  de  tu  amor  lo  anverso. 


—  55  — 


YA  ESTOY  CERCA  DE  TI,  PATRIA 


Cuando  en  el  ansia  que  arrebata  eiega 
La  ardiente  juventud  a  otras  regiones, 
Donde  buscan  su  fin  las  ilusiones 

Y  en  raudo  viento  tan  feliz  navega ; 
Te  vi,  gran  Plata,  altivo  y  poderoso 
Mecer  tus  olas,  y.  en  bullente  espuma, 
Ir  a  las  costas  de  mi  patria  amada; 
Velar  con  perlas  su  turgente  seno 

Y  a  tu  murmullo  arrobador,  ajeno, 
Hacerme  de  este  mundo  en  tu  morada ; 
La  lira,  descuidada, 

Volví  a  mis  manos  y  el  robusto  acento 
De  un  himno  improvisé  por  tu  grandeza, 
En  tanto  su  fiereza 
Tus  aguas  me  mostraban,  orgullosas 
De  ver  mi  amor  entrelazar  contigo, 
Antes  tan  mudo  y  moderado  amigo. 

Entonces,  fui  a  la  playa,  fui  al  navio : 
Y,  como  aquel,  desordenado,  loco. 
Que  al  ser  que  adore,  sospechando,  sigue; 
Volé  al  fragor  de  la  fatal  tormenta, 
Y  allí  te  contemplé  de  dudas  lleno ; 


57  — 


Amando  tu  furor,  odiando  al  trueno 
Qu  •  «'ii  su  remedo  comprendí  su  afrenta. 
Así  como  a  mis  lares  los  perdía, 
El  viento,  con  envidia,  me  llevaba  ¡ 

Y  tu  voz.  dulce  Patria,  me  buscaba 

Y  el  alma  sobre  el  mar  se  estremecía. 
Dentro  del  corazón  que  creí  muerto. 

A  poco,  un  gran -dolor  vino  a  punzarme 
Con  el  recuerdo  de  otro  bien  perdido; 

Y  juré  por  tu  amor  nunca  tan  cierto, 
Ceñida   unión  y  celestial  cariño. 

Aun  cuando  el  infortunio  malhadado, 
Me  arrastrara  al  confín  del  Universo 
O  a  eterna  proscripción  fuese  llevado. 

De  nada  me  valió  tal  juramento 
A  aplacar  el  enojo  de  la  suerte. 
Era  tarde,  ay  de  mí, — Vuela  ambicioso. 
Vuela,  me  dijo,  a  los  remotos  mares 
Que  hoy  el  destino  te  trazó  la  huella. 

Y  al  destino  tu  estrella 

Negará  ya  su  luz,  que  amor  y  dicha 

Desde   su   seno   pródigo   brindaba. 

Huye,  ingrato,  infeliz,  huye  no  vea 

Jamás,  la  vista  tuya,  el  sol  ardiente 

Festejar  la  mañana 

Con  su  pompa  esplendente  de  oro  y  grana 

Desde  el  cielo  purísimo  que  encierra 

Con  marco  azul  su  espléndida  hermosura. 

Mire  el  vasto  arenal  de  la  fatiga, 

Que  adorna  por  doquier  la  tierra  extraña  : 


—  ób  — 


Y  la  savia  que  corra  por  tus  venas, 
De  ese  suelo,  al  brotar  el  seco  arbusto 

Y  al  dar  el  negro  pan  de  la  limosna, 
Apocada  ha  de  ser  por  la  amargura 
Cuando  maldigas  tu  afición  y  gusto. 
¡Horrible  maldición!  ¡Cruel  profecía 
La  que  la  patria  en  su  despecho  daba! 
Aquel  caos,  para  mi  desconocido, 
Agitó  más  y  más  la  superficie ; 

Y  mi  pobre  bajel,  ya   vacilante 
Al  furioso  vaivén  de  tantas  olas 

Que   en  tragarlo,  voraces,   se   estorbaban; 

Fué  a  arrojarse,  anhelante, 

A  las  playas  que  ha  tiempo  me  esperaban. 

Un  año,  y  otros  más.  nunca  bastaron 
A  calmar  mi  dolor.  Mientras  tu  imagen, 
Oh,  cara  Patria,  a  perturbar  venía 
Mi  agitado  reposo.  Y  entretanto, 
Era  mi  ser,  en  su  vejez  temprana. 
El  que  como  la  flor  de  la  mañana 
En  un  antro  de  nieblas  no  vivía. 
Pero  tuve  un  consuelo  ¡ 
La  que  a  Beatriz  imita  en  los  amores 
Llegó  a  mi  lado,  como  don  del  cielo, 
En  alas  de  su  amor  tierno  y  sublime. 
Ella.  Isabel,  la   musa   venerada 
En  el  altar  de  mi  niñez  florida 
— Ama.  me  dijo,  ama  mi  recuerdo; 
Que.  aunque,  mujer,  no  pueda  ya  ser  tuya 
Mi  alma  será  tu  aurora,  tu  esperanza. 


>í)  — 


Rayo  de  inspiración,  divina  gloria 

Que  a  Dios  te  guív  en  inmortal  bonanza. 

Y  «i  su  labio  atendí  con  gian  respeto 

Y  I  endije  en  mí  pecho  su  memoria. 

;  Qué  vuelta  dan  los  tiempos  a  las  cosas! 
Ayer  era  mi  pecho  el  (pie.  amoroso, 
Como  volcán  «pie  su  interior  revienta 
Hálitos  de  placer  y  de  ventura 
Dejaba  derramar  sin  avaricia. 
Hoy  ya.  del  fuego  del  feliz  pasado, 
Solo  restan  cenizas  que  me  ahogan. 
Si  es  para  recordar  como  consuelo. 
Tan  triste  gracia  cual  depara  el  cielo. 
;  A  qué  tan  cara  la  bondad  divina?... 
Humillado  ante  El.  por  su  capricho. 
Clamando  de  dolor;  sin  la  conciencia, 
De  lo  que  pueda  ser  cierta  la  dicha, 
¿Qué  aguardo  en  mi  prisión?..   ¡Pobres  jirones 
De  la   doliente  humanidad  maldita ! 
¡Bogad,  bogad  en  vuestias  barcas  rotas 
A  unas  promesas  por  demás  remotas ! 
Isabel,  mi  destino.  Aquel,  pasado; 
Mi  presente  es  este;  el  (pie  me  sigue 
Con  sostenido  afán  y  malquerencia. 
Por  eso  canto  en  tí  Patria  querida 
La  viva  encarnación  de  un  imposible  ¡ 
Por  eso  voy  sin  esperanza  alguna 
A  acibarar  aún  más  mi  ingrata  vida, 
Renaciendo  las  muertas  ilusiones 
Que  me  dejaran  en  mi  triste  cuna. 


60  — 


¡  Ya  estoy  cerca  de  ti  Patria  adorada  ! 

Blandas,  las  olas  de  tu  mar  br'.osa, 

Rizadas  por  la  brisa  matutina 

Arrastran  mi  bajel.  Y  yo,  encendido, 

Confiando  en  la  bondad  que  me  demuestran; 

Corro  a  cantar  con  mi  maltrecha  lira, 

El  himno  en  que  aún  respira, 

Al  gran  recuerdo  de  mi  amor  transido, 

El  bien  eterno  que  en  los  dos  reposa. 

¡Oh,  cuanto  es  mi  placer!  Pues  al  mirarte 

También,  que  me  perdonan. 

Las  campiñas  sin  par  que  te  coronan, 

Parece  <"jue  me  dicen  halagüeñas 

Agitando  sus  árboles  frondosos 

Que  otro  tiempo  mejor  me  despidieron; 

En  tanto,  (pie,  la  duda 

En  su  mortal  angustia  y  su  sospecha, 

Con  mísera  osadía, 

Pretende  aún  quebiantarme  ;a  esperanza 

Que  en  bienaventuranza 

A  raudales  me  baña  de  alegría. 


61 


RESURRESIX 


Del  alma  ya  apagados  los  ardores 
y  de  la  edad  marchita  la  esperanza, 
con  duda  y  con  dolor  al  fin    avanza 
mi  vida,  que  es  nidal  de  sinsabores. 

Por  más  que  acuerdo  las  pasadas  flores 
que  tuviera  en  ensueños  de  bonanza, 
solo  siento  punzar,  en  mi  confianza, 
espinas  de  sus  tallos  vengadores. 

Más  hoy  te  veo.  y  mi  alma  dolorida, 
halla  al  mirarte  un  celestial  consuelo  j 
tu  pasión  dá  a  mis  ansias  nueva  vida. 

La  nube,  que  anunciara  tanto  duelo, 
deshecha  en  mil  jirones  es  barrida ; 
y  en  mis  ansias  ya  está  límpido  el  cielo. 


—  6: 


AMADO  ÑERVO 


Es  blanca  tu  alma,  hermano!  Alba  como  el  armiño; 
que  arranca  en  sus  dolores  la  punzadura  espina ; 
y  que  en  vez  de  aprestarla  para  otros,  con  inquina, 
la  esconde  en  su  envoltura  con  la  bondad  del  niño. 

Con  la  lira  que  pulso,  libre  de  ajeno  aliño, 
desplegando  la  enseña  que  jní  fé  determina, 
cual  fuera  tras  de  Aquel  la  grey  en  Palestina, 
sin  conocerte,  quise  seguirte  con  cariño. 

Pero  ¿Qué  es  eso?  ¿Te  llega  la  triste,  fatal  hora, 
y  hundes,  yá  en  el  Piélago  la  desmedrada  prora 
pidiendo  que  la  animen  nuevos  rayos  de  sol?.  .  . 

Mientras  las  nueve  Musas  entonan  funerales, 
yo.  elevo  tus  estrofas,  de  albura  celestiales, 
que  forman  un  sudario  para  tu  corazón. 


65  — 


A  LUCILA 


Di,  ¿qué  valen  Lucila 
Para  tí  mis  afectos 
Si  ellos  van  descarriados 
Doloridos  y  enfermos? 
Cuanto  lloro  su  infancia  ! 
Como  acuerdo  sus  sueños 
Hoy  que  lleva  mi  paso 
Maldición  del  averno! 
Cual  las  hojas  vistosas 
Que  arrebata  el  invierno, 
Así  van  sus  halagos 
Así  van  mis  recuerdos. 
Pues  vistió  a  Primavera 
Dios  ropajes  tan  tiernos 
Que  en  sus  galas  al  hombre 
Muestra  siempre  cual  fueron. 
Ven,  reposa  tranquila 
Con  amor  en  mi  pecho 

Y  ahuyentamos  las  penas 

Y  tornemos  serenos. 
Yo  quisiera,  del  mundo, 
De  su  vida  el  secreto 
Desnudarlo  y  que  vieras 
Cuan  su  arte  es  perverso. 


—  67  — 


]\Iás,  ca vilo,  y  mudando 
Esa  idea  al  momento, 
Vuelvo  a  tí  las  caricias 

Y  feliz  te  contemplo. 
Ven,  Lucila  dichosa, 
Ven,  confunde  en  un  beso 
La  ilusión  que  nos  une 

Y  mi  duro  tormento. 

Y  si  quieres  amiga 
Que  no  olvide  yo  eterno 
I  >e  tu  cuerpo  el  donaire 

Y  del  alma  el  concepto ; 
No  pretendas,  curiosa, 
Te  quebrante  el  silencio, 
Yra  que  solo  pesares 
Alimenta  en  su  seno. 
Porque  triste  y  quejosa, 
Yo  no  quiero  que,  luego, 
De  mí  apartes  tu  planta 

Y  me  tuerzas  tu  afecto. 
Feliz  duerme  Lucila 

De  inocencia  en  el  sueño. 

¡  Quién  pudiera  trocarle  ! 

¡  Quién  volviera  a  tus  tiempos 


—  03 


AEDA  FILOSOFO 

A  José  Ortega  y  6assct 

Su  dedo  es  un  pincel,  que  dá  trazos  de  muerte 
a  esta  grave  existencia  de  dudas  y  rencores  ¡ 
y  al  brotar  la  alegría,  donde  yacen  dolores. 
cual  Verbo  de  Judea  marea  al  ser  otra  suerte. 

Las  imágenes  radian  desde  su  numen  fuerte. 
trayendo  el  '"gay  sentir*'  con  nuevos  resplandores; 
una  espada  amenaza,  pero  está  envuelta  en  flores, 
nuestra  dura  conciencia  en  placidez  inerte. 

Con  claridades  lógicas  vertiendo  su  experiencia, 
desaloja  las  zarza-  del  camino,  a  la  ciencia; 
y  brilla,  soberana,  la  hermosa  luz  del  día. 

Y  el  despreciado  vate,  por  loco  visionario. 
desde  un  ámbito  a  otro  como  un  gran  incensario. 
desparrama  la  gracia  de  su  filosofía. 


CU 


SOLO  ADORANDO 


El  labrador,  su  afán  en  la  esperanza 
y  la  mirada  dirigida  al  cielo; 
trabaja  como  nunca  el  rico  suelo, 
lleno  su  pecho  de  feliz  confianza. 

Y  al  ir  a  recoger,  de  su  labranza 
el  fruto  que  soñara  en  su  desvelo; 
percibe  con  terrible  desconsuelo 
del  hado  rencoroso  la  venganza. 

Así,  al  copiar  los  tonos  de  la  lira, 
mi  pobre  corazón  se  vio  dichoso 
creyendo  que  trazaba  su  poema; 

Y  adivinando  la  brutal  mentira 
juró  al  Amor  ser  siempre  silencioso, 
solo  adorando  su  inmortal  emblema. 


—  71  — 


ESPECTROS 


La  vela  dio  sus  últimos  suspiros, 
y  un  estremecimiento,  y,  se  apagó ; 
como  en  el  cuerpo  el  alma  al  despedirse 
acalla  el  corazón. 

Con  las  tinieblas  densas  de  la  noche, 
la  estancia  en  que  moraba,  se  llenó; 
y  mi  frente,  febril  y  dolorida, 
taciturna  quedó. 

Descansaba  en  el  brazo  mi  cabeza, 
donde  un  volcán  había  en  erupción ; 
mis  ojos,  exaltados,  de  sus  órbitas 
sondeaban  el  dolor. 

En  esto,  cosa  extraña,  por  la  estancia 
fué  esparciendo  odorífero  vapor; 
y  sentí  por  los  miembros  ateridos, 
grata,  una  sensación. 

Y,  luego,  fui  perdiendo  de  los  hechos 
y  de  las  cosas,  la  real  noción; 
y  soñé  con  grandezas  y  miserias, 
de  todo  en  confusión. 


73  — 


Un  rudo  demagogo  nos  mandaba, 

imponiendo  sus  leyes  con  pavor; 
vi   proletario,  poderoso  y   rico, 
odiaba  a  su  ex-señor. 

La  Ley  que  el  mundo  sancionó  al  principio 
y  que  del  hombre  enfrena   la  pasión; 
rota,  por  la  avalancha  del  orgullo 
humano  veía  yo. 

La  Pasión,  no  existía  ni  de  nombre, 
nadie  sabiendo  lo  que  fué  el  amor: 
y  la  familia,  la  ambición  unía, 
que  el  Mal  era  su  dios. 

Y  en  una  larga  cinta  cenicienta, 
aquella  racha  de  infernal  ciclón; 
tejió  macabra  danza  en  torno  mío 
creciendo  mi  terror. 

Horribles  calaveras  machacaban 
haciendo  resonar  sordo  tambor; 
y  con  extraños  gritos  guturales 
formaban  su  canción. 

De  pronto,  cual  la  escena  de  un  teatro 
que  con  un  lienzo  cambia  la  ilusión; 
disuelta  en  humo,  la  legión  aquella, 
en  dudas  me  dejó ! 

Entonces,  una  aurora,  que  oro  y  grana 
coronaba  su  mágico  esplendor; 
insistente  a  mi  espíritu  mostraba 
un  sitio  que  miró. 


—  74  — 


Era  un  verjel  de  primorosas  plantas, 
armónico  y  variado  su  color: 
donde  nada  faltaba,  ni  el  gorjeo 
del  tierno  ruiseñor. 

Una  niña,  que  apenas  quince  eneros 
tornearan  su  talle  eimbrador; 
descendía  del  monte  a  la  pradera 
con  aire  retozón. 

Un  galán  de  su  edad,  que  la  seguía, 

entonando  las  quejas  de  su  amor; 
sobre  la  pura  frente  de  la  bella 
azahares  colocó. 

Ese  es  el  fiel  retrato  de  otro  tiempo, 
dije,  del  tiempo  en  que  mi  amor  nació; 
cuando  la  dicha  para  mí  era  tanta 
y  tanta  mi  ilusión. 

Disperté  placentero,  y  aún  a  oscuras, 
contemplé  luminosa  la  visión ; 
encendí  una  cerilla,  y,  al  instante 

la  expresión  de  la  dicha  se  apagó. 


—   t  o 


EL  MATÓN 


Con  rostro  donjuanesco,  bigotazos  en  punta, 
en  el  aire  ese  garbo  que  ustedes  siempre  ven; 
la  visual  sondeante,  que  fácil  ñus  trasunta 
al  pechador  insigne,  huérfano  del  vintén. 

En  ágape  infecundo,  él,  subyuga  a  la  junta, 
y  con  sus  añagazas  resulta  su  sostén  ¡ 
mientras  el  mozo  .sirve,  hábilmente  pregunta  : 
— ¿Cuánto  es  lo  que  te  debo?  Paga,  que  volveré. 

Con  gestos  de  amenaza  y  frases  bien  medidas. 
valora  en  el  concurso  el  precio  de  las  vidas 
augurando  el  despliegue  de  algún  feroz  burdel. 

La  gente  se  acoquina,  hay  un  rodar  de  mesas, 
las  copas,  las  botellas  alcanzan  las  cabezas, 
y  todos  se  preguntan  en  donde  estará  él.  .  . 


77  — 


LUCHA  INTERIOR 


Qué  triste  que  está  el  día  !  Lo  recuadra  una  bruna, 
cenicienta  atrofiante  claridad  de  la  tarde; 
el  Invierno  tirita,  mientras  mi  pecho  arde 
en  el  fuego  sagrado  de  ilusióu  importuna. 

Ansia  mi  alma  extraña,  el  vivir  sin  ninguna 
de  aquellas  buenas  cosas   de  que  el  hombre  hace  alarde; 
cuando  ante  la  Virtud  se  remeda  cobarde, 
por  conseguirla,  aleve,  con  criminal  fortuna. 

Brazo  a  brazo  luchamos  sin  tregua,  ni  esperanza  : 
ella,  por  imponerme  su  argumento  de  vida, 
y  yo.  por  elevarme  en  mi  ensueño  ideal. 

Y  a  través  de  las  brumas  que  agitan  mi  bonanza, 
descubro  el  aleteo  de  la  garza  ya  herida 
y  en  mi  alegría,  triste,  entono  un  funeral. 


NUNCA  SERÉ  INSTRUMENTO 


;  A  qué  deeir  que  e]  mundo 
Todo  es  engaño,  es  ilusión,  quimera. 

Si  en  él  obras  fecundo 
Gozando  con  su  gala  pasajera  .' 

i  A  qué  lanzar  al  viento 
En  mustio  y  largo  chorro  triste  queja, 

Si  acopias  el  contento 
Que  los  dolores  diligente,  aleja  .' 

Cortemos  ya  la  farsa  : 
Que,  víctimas,  creíste  en  tu  flaqueza 

Forma  sernos  comparsa. 
¡Desnudemos  al  vulgo  tu  vileza! 

i  ( 'reías  por  ventura 
Fiado  por  demás  en  el  oficio 

Que  no  fuese  aventura 
La  eficacia  del  sutil  artificio?... 

¿Que,  chicos  inocentes. 
Ante  la  necedad  de  tu  mentira. 

Fuéramos  a  las  gentes 
A  decir,  es  tu  pecho  el  que  suspira  .'. 


—  SI 


Si  amases  cual  repites 
Ocultaras  mejor  tus  sentimientos ; 

Renuncio  ¡i  que  me  cites 
Desde  yá  1u  pasión  y  sus  tormentos. 

Renuncio  sin  disgusto 
Tu  leal  amistad,  prefiero  solo 

Perecer  con  mi  gusto. 
¡Desprecio  que  me  halagues  con  Apolo! 

Si  el  acorde  mi  lira 
Rompe  sublime  en  armonioso  estruendo, 

Y  el  público  delira 
El  avaro  laurel  mi  sien  eiñendo; 

Aunque  tu  me  encomiendes 
Compartir  con  la  gloria  yo  no  cedo, 

¿Con  qué  así  la  pretendes 
Y  procurarla  se  te  importa  un  bledo  .' 

El  medio  es  tan  sencillo 
Que  hasta  yo  que,  ignorante,  di  en  su  vuelta, 

(iba  a  llamarte  pillo 
Cuando  eres  necio,  su  moneda  suelta). 

De  hoy  ya  rompo  mi  lanza 
Levantada  en  tu  faz  la  vil  careta ; 

Abate  la  esperanza 
Nunca  seré  instrumento  de  tu  treta. 


82 


UN  BESO 


Trémula    va  la  alondra  a  la  floresta. 
a  derramar  sublimes  armonías: 
trémula  vá.  mi  alma,  de  alegrías 
cantando  coplas  que  su  ardor  le  presta. 

Y  al  dualizar  en  tan  solemne  orquesta 
pasando    gratos,  placenteros  días, 
sirven  al  genio  de  galantes  guías, 
endulzando  las  hieles  de  su  gesta. 

¿Cómo  operóse  el  celestial  conjuro, 
si  ajeno  estaba    en  mi  vivir,  seguro, 
de  la  rauda  pasión  al  embeleso?.  . 

La  alondra  fuiste  tú ;  y  yo.  el  oído 
del  sordo  recobrando  su  sentido. 
al  estallar  entre  los  dos  mi  beso. 


—  83 


YO  SOY  LA  ROCA 


Yo  soy  la  roca  que  en  el  mar  rugiente 
Soporta  del  Embate  la  fiereza  ; 
Yo.  la  coraza  soy  de  la  Entereza 
Ante  tu  lengua  de  mortal  serpiente. 

Si  he  sido  a  tu  calumnia  indiferente 
La  falta  lo  dirá  de  mi  extrañeza  ; 
Por  donde  fui.  subida  la  cabeza. 
El  polvo  do  empañó  mi  ruda  frente. 

Podrán  las  nubes,  un  momento  solo, 
L'nir  sus  filas  con  rabiosa  idea 
Y  ocultar  a  la  vista  el  alto  Cielo; 

Que  alígero  en  su  Carro  dios  Eolo, 
Ha  de  rasgar  en  lucha  jigantea 
El  ruin  intento  del  maligno  velo. 


6o  — 


PROFESIÓN 


Hoy  que  amor  ya  no  encuentro  en  las  mujeres 
ni  en  el  extraño  un  corazón  amigo; 
hoy  que  hasta  a  la  familia  la  desdigo 
pues  rotos  vi  sns  límpidos  deberes. 

Vengo  al  nido  que  sueño  de  placeres 
sic  más  que  Dios  como  inmortal  testigo, 
a  descansar  con  la  ilusión  que  ligo 
a  confortarme  al  sol  de  mis  quereres. 

Ama  el  soldado  de  su  patria  tierra 
el  pendón,  que  en  la  cuna  lo  bendijo 
y  lo  guía  feliz  a  la  victoria. 

Amo  también,  en  mi  reñida  guerra, 
de  tí,  oh  musa,  el  estro  que  te  exijo; 
el  que  de  Paz  me  brindará  la  gloria. 


—  87 


NUBES  PARDAS 


Cuando  lo  supe 

Corrí  a  la  habitación  donde  espiraba 

La  virgen  sensitiva  de  mis  sueños, 

De  aquellos  que  duraron  noche  y  día.  .. 

Junto  a  la  sucia  llama  de  los  cirios 
La  negra  mariposa  de  mi  ensueño 
Con  lúgubre  aleteo  se  agitaba; 

Y  en  el  pálido  rostro  de  la  muerta 
Ina  mueca  de  horror  se  dibujaba. 

¡  Oh,  cuan  dulce  el  amor  que  ardiente  vive 
Arrullado  entre  céfiros  y  flores! 
Con  profunda  tristeza  meditaba ; 

Y  no  el  que  sigue  al  acaso  su  destino 
Cual  el  que  ayer  mi  pecho  cobijaba 


Sí) 


Sentí  en  su  seno  el  frío  de  una  tumba 
Cuando  un  cadáver  guarda  en  su  interior 

Y  dije:  «'1  corazón  que  me  mataste 
Cerno  fuera  dichoso  sin  tu  amor. 

Y  por  probar  si  solo  eran  cenizas 
Lo  que  en  su  tundo  triste  le  quedó, 
Un  recuerdo  feliz  rocé  con  ellas, 

Y  un  rayo  de  esperanza  me  alumbró. 

Y  oí  decir  a  tu  querido  acento 
l¿ue  loca  se  agrandaba  tu  pasión  ¡ 

Y  que  mi  lira  de  las  cuerdas  flojas 
Templar  quería  tu  gentil  favor. 

De  súbito  miré,  que  solo  estaba 
►Sin  sangre  ni  latido  el  corazón.  .  .  . 

Y  temí  que  lo  hubieras  tú  matado 
(-nal  matan   los  cobardes:  A  traición. 


—  00 


CRÉDULO 


AIe  mostraste  amistad  acrisolada. 
me  llamaste  tu   amigo  y  hasta   hermano, 
alabaste  mi  cuna,  y  sobrehumano 
tu  entusiasmo  aturdió  con  su  algarada. 

Como  después  de  la  tormenta  airada 
acalla  *u  furor  el  océano, 
borrando  mi  desprecio  tu  aire  vano, 
de  tus  lisonjas  ya  no  queda  nada. 


¿Acaso  tu  afección  es  la  careta 
que  oculta  del  malvado  la  perfidia, 
que  avisa  al  perspicaz  el  golpe  aleve? 


Más  creo  que  simulas  esta  treta 
que  oculta  tu  ignorancia  y  no  tu  insidia, 
para  dar  largas  a  tu  vida  breve. 


—  91  — 


ROOSEVELT 


A    MANUEL  UQ¿RTE 


Extraño  ser  de  inspiración  y  gloria, 
engendro  de  ambición  y  de  osadía, 
venero  inmenso  de  la  musa  mía, 
verbo  fecundo  de  tu  patria  historia. 

Eres  eso  y  aún  más,  pues  la  victoria 
te  sigue  con  frenética  alegría, 
basta  que  asome  el  esperado  día 
que  guardará  tu  pueblo  en  su  memoria. 

Ha  de  ser  cuando  triunfe  la  doctrina 
del  gran  IMonroe ;  y  que  su  mano  trace 
de  la  raza  sajona  el  derrotero. 

humillada  a  sus  plantas  la  latina, 
Y  mi  pecho  con  odio  te  rechace. . . 
¡América  del  Sur.  libre  te  quiero! 


—  93  — 


PASTORIL 


¿Qué  tienes  pastorcillo 
Que  triste  está  tu  cara, 
Es  que  las  ilusiones 
Llevó  la  suerte  vana  .' 
Ven,  cuéntame  tus  penas 
Que  yo  con  qué  halagarlas 
Tendrelas  abundantes, 
Que  alivio  dan  narradas. 
¿Me  dices  contristado 
Que  tu  pastora  ingrata 
Desecha   tus  amores 

Y  acorta  tu  esperanza?.  . . 
Xo  llores,  que  en  mi  pecho 
También  feroz  batalla 
Sostienen  los  pesares 

Con  su  funesta  saña. 
i  Reclamas  el  consuelo, 
Mientras  que  sola  mi  alma, 
Yaciendo  en  sus  desdichas 
Llorando  está  esa  falta  ? 
Siquiera  en  la  pradera. 
Que  encuentras  solitaria. 
Das  rienda  a  los  gemidos 
Que  pierde  en  sus  entrañas. 

Y  vas  junto  al  arroyo 

A  contemplar  sus  aguas 


—  95 


Y  allí  sentidas  cuitas 
El  menta,  ya  pasadas. 

Y  aunque  consuelo  tonto   (1) 
Diga  el  refrán  de  manas. 
Ves  a  tu  pobre  espíritu 
Llegar  la  dulce  calma. 

¡  Ay.  triste  pastorcillo! 
;  Felices  los  que  vagan 
Por  la  tranquila  selva 
Do  mora  la  ignorancia  ! 
Allí  las  ilusiones 
Más  vivas  son,  más  gratas. 

Y  aún  sus  contrastes  tornan 
Al  alma  la  esperanza. 

No  así  a  quien,  inexperto, 
O  incauto,  de  sus  galas 
De  sociedad  adora 
La  virgen  regalada. 
Pues  ya  torcida  suerte 
Se  aporta  de  sus  ansias; 

Y  duele,  mentirosas, 

De  aquesta  las  palabras. 
Ven,  pastorcillo  y  vean 
De  vida  tan  tirana. 
Alegres  divertirnos 
Ambos  los  dos  con  ganas; 

Y  olvida  tu  pastora, 
Pastora  tan  ingrata, 

Y  oigamos  del  arroyo 

Cual  quejas  dá  en  sus  aguas. 

(I)  -  Mal  de  muchos,  consuelo  úu  tontos. 

—  96  — 


ESPAÑA 


[Sonetos  dec'amados  en  el  banquete 
que  se  dio  en  ia  Opera  de  Bs.  As.  en 
honor  de  los  marinos  de  la  "Nautilus" 
en  s¡i  visita  al  Plata). 


Hoy  vengo  a   deponer,  madre  adorada 
Ji'Dto  a  tu  pié  sencillas  t^tas  flores 
Que  recogió  uii  musa  en  los  albores 
Del  cariño  a  tu  historia  inmaculada. 

En  tí  ornarán  la  lira  venerada 
Que  felices  pulsaron  tus  cantores 
Espejo  del  amor  de  mis  amores 
Cuna  de  mi  ilusión  más  sustentada. 

Fué  tu  antiguo  esplendor,  cual  amapola 
Que  troncha  el  vendaval,  despreciativo 
De  hallar  tanto  poder,  tanta  hermosura  ¡ 

Tu  vivirás,  no  importa,  libre  y  r^ola. 
Sin  el  remordimiento  vengativo. 
Siendo  el  amor  tu  bélica  armadura. 


—  07  — 


II 


Clamó  la  madre  España,  en  su  amargura. 
Del  hijo  ingrato  al  criminal  olvido; 

Y  acallando  su  amor  enternecido, 
El  cruento  vaso  de  la  liiel  apura. 

Nota  su  prole  la  infeliz  locura, 

Y  sintiendo  su  pecho  comprimido 
Que  la  triste  lección  escarnio  ha  sido, 
Repróchale   al  amar  tanta   blandura. 

Vosotros,  que  aportasteis  tanta  dicha. 
Haced  que  acerque  la  Justicia  ufana 
Las  palmas  de  la  Paz  y  de  la  Gloria 

A  su  frente,  arrugada  en  la  desdicha; 
Que  al  fin  recogeréis  la  flor  temprana 
Que  aroma  de  y  color  a  nuestra  historia. 


—  99 


QUINTEROS 


Seres  ¡ay!  que  agostó  fúnebre  viento, 
Como  agosta  mi  pecho  su  gemido. 
Reparad  de  la  patria  el  triste  aliento. 

Escuchad  el  acento  dolorido 
Con  que  acude  mi  musa  al  cruel  instante 
Mártir  palma  trayéndole  al  caído. 

Ved  cual  llega  con  paso  vacilante 
Do  la  patria,  cubierta  de  crespones 
Gime,  la  muerte  al  contemplar  triunfante. 

Unen  allí  sus  tiernos  corazones, 
Y  en  mí  infiltrando  su  dolo}-  profundo 

Veo  el  brillo  perder  de  sus  blasones. 

¡  Oh,  perfidia  nefanda  de  este  mundo 
Que  a  la  ambición  no  estorbas  procelosa 
Torne,  del  hijo,  el  pecho  en  iracundo!.  .  . 

Va  la  segur  se  esgrime  rencorosa 
En  uno  y  otro  bando  con  denuedo. 
Mas  digno  de  otra  suerte  azás  gloriosa. 

La  madre  tiende  en  amoroso  miedo 
La  lucha  a  concluir.  Pero  es  en  vano, 
Que  ambos  hijos  exclaman:  —  Ya  no  cedo. 


—  101 


Rechazado  es  con  rubia  por  su  hermano 
El  más  franco  y  leal  que  paz  ansia, 
Aunque  al  fin  al  león  rinde  el  gusano. 

Tachado  de  afrentosa  cobardía 
Se  yergue  noblemente  de  tal  lazo, 
V  protesta  con  justa  b'/.arría. 

Aquel  Id  escucha,  y  en  traidor  abrazo 
Sella  la  infamia  que  alabó  el  infierno, 
Al  acogerla  alegre  «mi  su  regazo. 

— Digno,  Dios  sentenció, — de  oprobio  eterno 
Al  orbe  sea. — Y  el  padrón  lanzado 
Conmovió  las  entrañas  del  averno. 

Ya  por  niebla  sombría  está  velado 
El  nefario  lugar  de  tanta  hazaña  ¡ 
Ya  el  cuerpo  del  opreso  yace  líela  do. 

El  mísero  Caín,  que  el  mal  entraña, 
Tiñe  sus  manos  con  feroz  ultraje 
En  sangre,  que  en  dolor  el  suelo  baña. 

¿Qué,  la  Historia  su  preciado  gaje 
No  ha  de  otorgar  a  quien  así  sucumbe 
Aunque  del  cielo  el  anatema  baje? 

j  Acaso  no  es  a  ella  a  quien  incumbe 
Discernir  imparcial  el  lauro  amado, 
Cuando  de  aque]  la  fama  acá  retumbe?... 


—  102 


Y  no  es  a  ella,  también,  que  en  indignado 
Estilo,  trace  maldición  horrenda 

Que  perpetúe  el  hecho   desgraciado? 

•Solo  a  tí  bardo  nuble  y  quien  comprenda 
El  sentido  concento  de  tu  lira 
La  justicia  abrirá   gloriosa  senda. 

El  cantu  escuchará  que  ella  le  inspira 
Su  espíritu  inmortal  estricto  y  fiero 
Y  allí  suspirará  ¿i  es  que  él  suspira. 

Y  llegando  la  lira  al  son  postrero 
Entrambos  depondrán  de  verde  hiedra 
La  corona  que  acuerde  al  fiel  guerrero 
De  aquel  campo  fatal   en  triste  piedra. 


—  103  — 


TALION 


Tú  que  sientes  placer  endemoniado 
Entre  los  hombres  en  sembrar  cizaña. 
Teme  del  dispertar  la  justa  saña 
Con  que  por  ellos  te  verás  pagado. 

La  sabia  ley  que  Dios  ha  sancionad','. 
Que  al  que  mal  obra  solamente  engaña. 
La  cuenta  cobrará  que  por  tu  hazaña 
Te  bicistes  al  Señor  tan  adeudad". 

Entonces,  no  me  llames  en  tu  ayuda: 
No  puede  disculpar  mi  pecho  altivo 
Que  esconda  tu  puñal  su  punta  aguda. 

Que  gota  a  gota,  mientras  dure  vivo3 
Será  mi  sangre  la  protesta  muda 
De]  vi]  presente  que  de  tí  recibo. 


—  105  — 


EL  FÚNEBRE 


Termina  Carnaval  la  breve  vida 
de  su  reinado,  de  feliz  locura; 
dejando  en  cada  labio  la  amargura 
que  deja  al  triste  la  ilusión  perdida. 

Por  la  voz  del  deber,  sobrecogida, 
la  mascarada  su  destile  apura ; 
y  por  cercana  callejuela  obscura, 
encuentra  salvadora  su  salida ; 

Por  distinto  trayecto  se  atraviesa 
un  furgón  de  hospital.  Aquella  espesa 
turba,  aterrada,  su  presencia  advierte. 

Y  haciendo  en  el  cortejo  de  cabeza, 
como  una  gran  ironía  de  la  suerte 
va  la  expresión  de  verdadera  muerte, 


—  lüi 


DE  OTRO  TIEMPO 


De  otro  tiempo  la  dulee  sonrisa 
Con  qué  bondadosa  mi  amor  halagabas, 
El  recuerdo  feliz  me  atormenta 
Robando  mi  dicha,  matando  mi  alma. 

;  Ay,  j  Por  qué  no  cesó  mi  existencia 
Del  punto  en  que  alegre  mi  bien,  te  adoraba? 
Es  que  entonces  el  cruel  infortunio 
Veía  una  víctima  en  mí  va  ganada. 

Y  me  dices  que  el  prado  es  tan  bello.  . . 
Que  ríen  sus  flores  de  amor  con  las  auras; 
Yo  do  sé  lo  que  a  mí  me  sucede. 
Pues  todo  lo  veo  con  triste  mirada. 

Su  verdura  que  en  tiempos  mejores 
Mi  vista  veía,  mi  labio  cantaba, 
Es  monótono  lago  tranquilo 
Que  admiran  los  ojos,  que  no  siente  el  alma. 


—  109  ■*- 


Y   hasta  el  cielo  que,  azul  y  sereno, 
Crecía  ni  mi  pecho  la  dulce  esperanza; 
Ñu  estremece  en  mi  don  poderoso 
Siquiera  una  fibra,  la  fibra  más  santa. 

Es  nn  triste  y  maldito  paisaje 
Que  lúgubre  pinta  de  amor  la  palabra; 
Ks  e]  premio  que  alcanzan  los  hombres 
Amando  a  los  ángeles  que  no  tienen  alas. 

Ah,  ilusión  borrase»  isa  y  divina 
Que  tal  me  venciste  robando  mi  calma; 
¡Cuál  te  gozas  del  débil  caído 
V  ahogar  sus  ensueños  pretendes  en  lágrimas! 

En  los  ratos  de  dura  congoja 
(instando  del  mundo  su  hiél  tan  amarga. 
Es  la  imagen  de  un  ser  incorpóreo 
Quien  luego  consuela  la  mente  cansada. 

Es  la  imagen  que  todos  los  vates 
Las  ven  en  los  sueños  que  arrullan  sus  arpas; 
Es  la  virgen  de  dulce  mentira 
Que  solo  contemplan  aquellos  que  aman. 

Es  la  musa  inmortal  del  poeta 
Que  Dante  en  su  obra  divina  evocaba; 
ha  que  ayer  yo  soñé  y  como  un  sueño, 
Por  más  que  la  llamo  nv  viene  la  ingrata. 


110  — 


ULTIMO 


Un  baluarte  me  queda,  tierno  amigo, 
un  baluarte  no  más  en  esta  vida; 
es  tu  fiel  amistad  que  me  convida 
mi  lanza  a  revolver  al  enemigo. 

Yo,  que  en  el  mundo  lo  perfecto  sigo 
sobre  el  cariño  el  alma  suspendida, 
busco  en  su  seno  la  Ilusión  perdida, 
quiero  mi  suerte  recorrer  contigo. 

Mas  una  duda  mi  placer  contiene; 
perdona  si  te  ofende  mi  inconfianza. 
si  vas  por  la  virtud  nada  te  apene. 

Pasa,  que  un  día  de  feliz  bonanza, 
austro  malvado  su  escuadrón  detiene 
y  asóla  de  Natura  la  esperanza. 


—  111  — 


ALBERTO 


—Violeta,  Herminia,  Ofelia  el  teatro  espera, 
el  telón  ya  vá  a  alzarce,  los  actores 
de  cartón  voy  poniendo;  y  estas  flores 
colocaré  en  el  mareo  de  madera. 


A  ver  si  se  están  quietos,  ehieos  ¡fuera! 
afuera  los  que  son  murmuradores 
pues  no  saben,  no,  todos  los  dolores 
que  han  costado  formarnos  la  can-era. 

Y  en  un  ir  y  venir  está  arreglado: 
los  chicos  al  temor  se  han  dominado; 
el  timbre  suena  de  un  dispertador. 

Comienza  la  función:  sube  a  la  escena 
un  drama  que  a  las  almas  enajena, 
del  que  Alberto  es  intérprete  y  autor. 


113  - 


ETERNO  CARNAVAL 


^altando  en  .su  trascurso,  la  ley  humana. 
Alegre,  el  engranaje  que  la  regula ; 
Desbórdase  y  ahoga,  nías  que  mundana, 
La  inferna]  pesadilla  que  la  estrangula. 

Y  en  fuerza  de  saltarle,  tras  de  los  años. 
Gastará  su  engranaje  la  humana  gente ; 

Y  la  verdad  desnuda  de  desengaños 
Hará  a  todos  felices  eternamente. 

Así  será  cumplida  la  ley  profeta 
Que  vulgar  experiencia  trajo  a  este  mundo, 
Que  el  (pie  en  abecedario  llega  a  la  zeta. 
Es  un  letrado  grande,  noble  y  profundo. 

Y  el  hombre  será  entonces  con  el  sistema 
Quien  primero  reniegue  del  Paraíso; 

Que  no  es  poca  alegría  tener  de  emblema 
Para  todo  el  dios  Momo  nos  dá  permiso. 

Hay  gentes  tan  atentas  en  lo  que  digo 
Que  por  que  no  las  dañen  eternos  males, 
En  ello  se  cobijan,  y  así  a  su  abrigo. 
Renuevan  diariamente  1<>s  carnavales. 


115  — 


PROSCRITO 


siento  un  vago  temor  patria  adorada 
al  dejar  mi  refugio  de  proscrito; 
dame  tu  absolución  por  el  delito 
que  a  tí  ya  vá  la  nave  apresurada. 

,  Ah,  me  escuchaste !  Y  por  la  mar  callai 
pues  su  fragor  me  hiciera  más  contrito, 
navego  con  afán,  mientras  agito 
tu  flámula  de  vida  inmaculada. 

AI  sonreír  la  aurora  en  el  Oriente, 
corona  que  a  tus  sienes  Dios  inclina, 
veo  tus  costas  mágicas  alzare e. 

Y  un  buen  augurio  leo  en  tu  alta  frente 
el  iris  de  la  Paz  que  se  avecina 
y  que  con  tu  perdón  quiere  mostrarse. 


117 


ÁSPID 


,  Lónio  clava  la  Envidia  sus  colmillos, 
sus  colmillos  de  áspid,  envenenados, 
en  los  seres  más  nobles  y  elevados 
cuando  son  como  Mártires,  sencillos! 

Porque  la  cobardía  de  los  pillos 
es  la  baja  y  servil  de  renegados; 
cuando  acechan,  inquietos  y  vejad    - 
encogidos  también  en  sus  anillos. 

Dispuestos  siempre  a  hincar,  con  su  ponzoña, 
el  íntimo  placer  de  la  carroña 
que  solo  con  lo  pútrido  revive  ¡ 

no  ven  la  caridad  del  elegido, 
que  como  a  Cristo  de  virtud  ungido, 
al  que  ciearo  lo  hiere,  luz  recibe. 


—  119  — 


VIEJA  CANCIÓN 


Despierta  dulce  amiga 
t^ue  ya  rosada  aurora 
Con  fineva  luz  implora 
Tu  rostid  acariciar  ¡ 
Verás  los  pajarillos 
Que  en  trinos  deliciosos 
Harante    bullicios»  - 
E]  lecho  abandonar. 

Sus  cantos  son  mensajes. 
Pues  cuando  en  la  campiña 
Les  cuento  que  mi  nina 
Su  corazón  me  dio. 
Ellos,  alzando  el  vuelo 
Se  van  a  tu  ventana 

Y  cual  esta  mañana 
Repiten  lo  que  yo. 

Te  incitan  que  me  ames 
Cual  ellos  a  la  vida. 

Y  que  siempre,  querida, 
Tu  mires  esa  unión. 

Y  ensalzan  placenteros 
De  Dios  la  luz  Suprema 

Y  ostentan  como  emblema 
Feliz  nuestra  pasión. 

Ayer  así  a  tu  lado 
Amante  dispertaba, 
Al  par  que  fiel  luchaba, 
Tu  sueño  y  tu  bondad  ¡ 
Más  hoy  que  dolorido 
Contemplo  que  mi  dicha 
Trocastes  en  desdicha. 
Cuerdas,  callad,  callad. 


121  — 


CIEGA 


Burea  sin  rumbo,  sin  bandera  alguna, 
Sin  afectos,  sin  paz,  sin  esperanza; 
Que  tranquila,  a  la  muerte,  su  tardanza 
Ni  grata  le  ha  de  ser  si  es  oportuna. 

De  la  (jloria  no  espera  la  fortuna 
Ni  a  la  Virtud  admira  so  templanza; 
Tan  solo  a  un  puerto  con  tesón  avanza, 
Ks  aquel  do  interés  siempre  se  aduna. 

No  esperes  de  esa  alma  el  fruto  bueno, 
La  codicia  será  quien  la  cultive; 
Quien  la  crezca  también  su  inmundo  seno. 

Ay  de  tí !  si  ese  bien  con  que  revive 
El  ánimo  al  hastiado,  te  es  ajeno. 
Es  que  en  tu  pecho  la  bondad  no  vive. 


—  123  — 


MAGNITUD 


Extiende  el  sol  sus  mágicos  ardores 
por  sobre  el  lomo  de  la  Tierra  fría, 
y   renace,  explendente,  el  nuevo  día 
bendiciendo  las  brisas  y  las  flores. 

Ríen  lus  seres  modulando  amores. 
ebrios  de  luz.  de  paz  y  de  armonía ; 
erigiendo  hasta  el  dios  de  la  Alegría 
monumentos  de  voz,  los  ruiseñores. 

Es  que  la  Patria,  tras  mortal  letargo, 
que  le  impusieran  en  el  filtro  amargo 
los  que  su  inepcia  cubren  de  celajes, 

deseiñendo  su  manto  inmaculado, 
desnuda,  hermosa,  sin  el  rostro  airado, 
se  ofrece  como  escudo  a  los  ultrajes. 


125  — 


ELECCIÓN 


( Jruzaba  el  tiempo  con  la  frente  erguida 
Sin  más  consuelo  que  la  pronta  muerte, 
Presa  así  del  capricho  de  la  suerte 
Sin  que  el  alma  al  Amor  fuese  rendida. 

Cuando  una  senda  para  mi  escondida 
Quiso  alzar  mi  ilusión :  y  el  pecho  fuerte 
Por  ella  flaqueó,  tan  solo,  al  verte 
Y  al  sentir  en  su  ardor  tan  firme  herida. 

En  vivir  y  en  morir  ya  no  vacilo : 
Venga  la  Vida  dulce  y  amorosa 
Venga  tu  amor  de  bálsamo  repleto. 

Mas,  si  la  flecha  de  amoroso  filo 
Quitaras  a  mi  pecho,  desdeñosa, 
Fuera  la  Muerte  su  mejor  objete. 


—  127  — 


EL  SANTO  AMOR  HUMANO 


Tengo  los  atributos  del  santo  amor  humano: 
Lealtad,  Esperanza  y  Fé  son  mi  bandera ; 
ven  amiga  que  el  aura  que  flamea  esos  dones 
con  sus  brazos  jigantes  en  un  nimbo  la  enlace 
y  le  sirva  de  escudo  contra  el  cierzo  traidor. 

Ten  cuidado  no  trueque  la  suspicacia  artera 
ese  encanto  en  la  vida  con  su  arrastre  sutil; 
pues  de  hacerlo  peligran  todos  los  atributos, 
todos  los  atributos  que  encastillan  mi  vida ; 
todos  los  atributos  que  rebrotan  en  mi  alma 
cada  estación  que  llega,  cada  sol  que  se  acerca, 
con  su  divino   fuego  del  santo  humano,  Amor. 


—  12  y 


ITALIANA 


Xu  sé  por  qué  la  Italia  me  fascina, 
no  sé  por  qué  su  nombre  me  embelesa, 
cuando  tu  imagen  mi  memoria  besa 
y  hacia  tu  pecho  mi  pasión  se  inclina. 

No  extraño  ya  la  idea  peregrina, 
merece  algún  perdón  quien  lo  confiesa 
de  hacerte  de  mi  Reino  la  Princesa, 
de  hacerte  de  mi  Imperio  la  Czarina. 

Deja,  piadosa,  que  mi  lira  entone 
cual  hasta  aquí  su  mística  armonía, 
al  duro  empeño  que  un  capricho  pone . 

Y  si  penetra  en  él  la  melodía 
el  triunfo  dignamente  me  corone, 
y  llene  nuestro  amor  con  su  alegría. 


131  — 


NAPOLEÓN 


Duerme  tranquila  domeñada  ñera! 
Nadie  perturbe  tu  profundo  sueño! 
Duerme !  Que  Europa  su  perdido  dueño. 
Aún  hoy  reclama  irguiéndose  en  la  hoguera. 

¡Ah!    Si    mi    lira  en  su  temblor  él   viera. 
Y  el  noble  aliento  y  rencoroso  ceño 
De  mi  semblante,  yo  que  honor  desdeño, 
Quizás  su  muerto  ardor  en  sí  volviera. 

Mas,  ¡  alza  nuevo  Lázaro  en  tu  fosa ! 
¡  Alza  ctra  vez  Napoleón  guerrero 
Que  de  otra  Elba  suba  tu  osadía  ! 

Y  que  también  otra  Austerlitz  gloriosa 
Repitas,  n ó  a  la  Europa  al  mundo  entero ! 
Mas,  teme  a  un  Waterloo  de  rebeldía. 


—  133 


CARNAVAL  1919 


Flota  el  alma  en  una  espesa 
nube  de  melancolía.  .  .  . 
La  farándula  se  acerca. 
Son  Pierrote  y  Colombinas, 
payasos,  duques  y  pajes 
toda  una  corte  fingida. 
Risas,  cantos  estupendos: 
todo  es  locura,  alegría.  . .  . 
¿Han  pasado?  Sí,  allá  van. 
Vuelva  el  llanto  al  alma  mía. 


—  135  — 


QUIJOTE 


Quijote  valeroso  de  la  pluma 
Solo  a  tu  acción  confías  la  victoria, 

Y  si  hasta  hoy  no  te  alcanzó  la  gloria 
La  causa  fué  que  se  tornó  en  espuma. 

Mas.  tamaña  tontera  no  te  abruma 

Y  sigues  cimentando  tu  memoria 
Llamando  a  los  contrarios  bajo  escoria. 
Aim  ruando  sean  la  virtud  en  suma. 

Harto  de  destrozar  la  Poesía 
Pristes  en  pos  de  nuevas  aventuras, 

Y  como  al  de  la  Mancha  te  premiaron. 

La  vista  te  engañó  en  lo  que  veía: 
Los  carneros  que  viste  en  tus  torturas 
Fueron  los  que  a  la  postre  te  ultrajaron. 


—  137  — 


SUICIDA 


Ya  no  puedo  escribir,  mi  fe  perece, 
siento  hasta  el  yo  perderse  en  el  vacío ; 
y  del  alma,  en  el  cruento  desvarío, 
su  misma  vida  eterna  desfallece. 

j  Es  la  duda  que  aleve  resplandece 
porque  de  todo  interiormente  río, 
o  es  Luzbel  que  en  perpetuo  desafío 
viendo  mi  altar  caer,  se  enorgullece? 

Algo  grande  hay  en  mí  que  no  comprendo 
— mientras  callado  mi  bagaje  vendo — 
que  me  hace  la  existencia  amar  un  poco. 

Es  tu  sagrado  amor,  esposa  mía, 
que  me  sostiene  al  concluir  el  día 
y  que  me  impele  hasta  el  suicidio,  loco. 


139 


ESPERANZA,  EKES  NUBE 


Esperanza  !  eres  nube  que  diluye  la  vida, 
que  diluye  la  vida  con  su  mano  certera ; 
cuando  en  giros  geométricos  haces  puerta  a  la   herida 
en  que  los  borbotones  de  la  sangre  pañi  la. 
cantan   del  desconsuelo  aún  la  hora  postrera. 

Esperanza !..  Ya  erguida  dando  el    flanco    a    Occidente. 
a  cien  codos  del  hombre  con  mirar  infinito, 
vestal  de  la  liturgia  de  una  té  subconsciente, 
traspasas  los  abismos,  (pie  salvas    ciegamente. 
descarnando  el  esquema  de  la  Vida  :  su  mito. 

Esperanza !  Te  aclamo  por  tu  esencia  bendita, 
como  bálsamo  y  venda ;  ven.  reclamo  tus  dones, 
para  que  cuando  sienta  flaquear  la  estalactita 
de  todas  mis  ideas,  tú  te  allegues  contrita 
y  den  vida  a  su  muerte,  la  luz  de  tus  pendones. 

Esperanza  !  Eres  nube  que  diluye  la  vida. 
que  diluye  la  vida  con  su  mano  certera  ¡ 
cuando  en  giros  geométricos  haces    puerta  a  la  herida 
en  que  los  borbotones  de  mi  sangre  panida 
cantan  del  desconsuelo  aún  su  hora  postrera. 


Ul  — 


AYER  Y  HOY 


Fuiste  la  flor  que  en  el  agreste  suelo 
Del  ansia  mía  apareciste  ufana; 
Pues  cual  tú  nunca  había,  tan  temprana, 
Adorado  en  más  grande  desconsuelo; 
Contigo  en  el  nublado  entrevi  al  cielo 
Prometerme  feliz  una  mañana. 

Cuando  el  Edén  que  mi  ilusión  hacía 
Rico  en  detalle,  en  dicha  portentoso, 
Tocaba  ya  a  su  fin  maravilloso 
Cerróse  con  la  noche  el  bello  día; 
Y  luchando  .sus  genios  a  porfía 
De  nuevo  me  dejaron  sin  reposo. 


143  — 


FRENTE  A  LA  VIDA 


(A  Carlos  N.  Rucha 
autur  del  libro  de  este  título] 


Cobarde,  es  el  pasivo  anaeoreta 
que  vá  con  su  pecado  a  abrupta  cima; 
cobarde,  es  el  que  tiene  en  mucha  estima 
su  palabra  venal  de  gran  profeta. 

Cobarde,  es  quien  mantiene  su  alma  neta 
de  toda  conjunción  con  la  alta  rima, 
el  que  levanta  el  polvo  de  la  lima 
cuando  pule  su  verso  el  mmsageta. 

Pero  es  muy  digno  el  que,  tras  vida  austera, 
sin  reparar  lo  andado  en  su  carrera 
ni  restañar  la  sangre  de  su  herida, 

como  buen  paladín  tras  la  victoria, 
por  conquistar  laureles  de  más  gloria 
solo  anhela  quedar  Frente  a  la  vida. 


—  145 


DE  PIE 

No  importa  que  el  mundo  su  lodo  me  escupa 

yo  voy  sin  temor, 
Resuelta  la  trente,  al  astro  que  alumbra 
mi  genio  y  mi  amor. 

Serenos  los  cielos,  voraz  la  tormenta, 

¡  qué  inútil  luchar  ! 
Yo  nunca  en  la  lucha,  las  furias  ajenas 

llegué  a  calcular. 


—  147  — 


VIRTUD  EXCELSA 


('  Por  qué  no  luce  mi  preclaro  nombre  .' 
¿No  soy  digna  de  tí?  ¿Será  delito 
Llevar  alzada  la  modesta  frente? 
Dijd  así   la   Honradez,  siempre  que  el  hombre 
Con  cariñosa  mano  la  llevaba 

Y  en  criminal  vergüenza 

Al  Vicio  robador  se  la  ocultaba. 
i  Ves  < i ne  el  genio  del  Bien  y  el  sol  hermoso 
Dan  su  rayo  benéfico  a  la  Tierra 
Sin  que  el  temor  a  nada 
Llegue  a  turbar  su  voluntad  templada  '! 
Igual  mi  nombre  y  mi  virtud  primero 
Brillarán  ante  tí  y  el  orbe  entero. 

De  entonces  temeroso 
Los  vio  correr  al  dilatado  espacio 
Sus  ámbitos  llenar;  (pie  así  la  esclava 
Fuerza  por  siempre  la  brutal  cadena 

Y  se  asienta  serena 

En  el  sitial  de  su  verdugo  y  dueño. 

¡  Cesad  en  vuestro  empeño ! 

¡  Xo  más  halagos  que  cautiva  vea  ! 

¡Como  en  el  aire  el  ave,  seré  libre! 

Si  mi  frente  dobló  la  tiranía 

Mientras  tenaz  mi  empeño  protestaba, 

Fué  cómplice  la  Duda 

Que  mi  ardor  moderaba 

Y  quien  hoy  perpetuó  su  cobardía. 


149  — 


PARA  EL  ABANICO 

De  la  Sta.  Dominga  J.  Fraga. 


Es  el  abanico,  niña. 
Para  el  aiuor  un  pretexto.  .  .  . 

Y  para  el  pobre  poeta 
Un  grandísimo  tormento. 

Vn  poema  de  pasión 
Iba  a  verter  sobre  él; 
Mas  reparé  que  era  ardiente, 

Y  encendería  el  papel .... 

Como  la  frase  vá  al  viento 

Y  el  viento  en  tu  mano  está, 
Todo  cuanto  a<pií  vá  escrito.  . 

*  No  lo  vayas  a  borrar). 


—  151  — 


ARTIGAS 
<  B'ragmento) 


Ven,  genio  de  la  Paz.  que  ya  las  puertas 
del  templo  del  dios  Jano  abrió  mi  patria 
a  un  bello  porvenir.  La  edad  pasada. 
la  edad  que  de  sus  hijos  rememora 
la  grande  gloria  y  la  feliz  hazaña 
que  le  dio  libertad:  hoy  me  conduce, 
al  pié  del  Pindó  a  recordar  sus  hechos. 
Llégate  y  orla   su  serena   frente 
con  grata  oliva  y  aromosas  flores; 
que  aunque  altiva,  la  patria,  te  desea; 
y  es  tu  brillo  el  (pie  luce  en  sus  pendones. 
Llégate,  y  desciñe  su  armadura, 
el  férreo' arnés  y  la  ofensiva  lanza: 
que  Marte  abandonó  la  cruel  pelea 
avergonzado  de  sus  propios  hechos. 


Y  mi  noble  entusiasmo 
gi anjeó  una  voz  sonora  que  los  ecos 
de  la  noche  tranquila 
llegaron  hasta  aquí:  Loor  al  grande 
v   esforzado  adalid,   que  al  cruel  Atila 
volvió  tronzada  la  brutal  cadena, 
con  que  a  temor  condena 
los  secuaces  feroces  (pie  intentaron 
hollar  el  santo  suelo 
de  la  patria  adorada  ; 


—  153  — 


así  rastrera  sierpe 

huyendo  al  cazador  suelta  la  presa 

que  al  cielo  vuelve  la  feliz  mirada. 

Y   un   eeo   respetuoso 

por  los  prados   divinos,   dilatado. 

trémulo  le  añadía  : 

Artigas  fué  varón  tan  afamado. 

que  no  hay  premio  en  la  Tierra 

que,  al  genio  de  la  guerra. 

parezca  digno  que  le  dé  la  gente. 

Que  el  dios  del  Pindó  le  cedió  su  latió 

y  con  sus  palmas  le  adornó  la  frente. 

Loor  a  Artigas!  Y  loor  clamaban, 

la  selva,  el  monte  y  la  pradeía  umbrosa 

la  sombra  misteriosa 

que  las  tumbas  circunda   noche  y  día  ¡ 

y  todos  a  porfía 

el  grato  nombre  dándole  a   los  vientos 

con  sus  ecos  aliaban  monumentos. 


—  154 


ARCANO 


Cuando  en  la  noche  serena 
miro  su  techo  estrellado 
pienso  en  Aquel  que  ha  creado 
tanta  grandeza  infinita  ¡ 
y  mi  espíritu  se  agita 
al  elevar  la  oración 
comparando  tu  pasión, 
tan  grande  cual  es  -u  imperio, 
como  que  un  mismo  misterio 
encierra  siempre  a  los  dos. 


15  5  — 


A  UNA  JOVEN  FRÁGIL 


¿Qué  me  puedes  brindar  flor  deshojada 
Flor  de   perfume  y   de   color  ayer, 
Si  tf.mida  la   luz  de  tu  mirada 
Me  dices  la   gastaste  en  el  placer? 

¿Y   vil,    aun   intentabas   engañarme 
Engañar  a  mi  alma  y  a  mi  honor. 
Diciendo  en  tus  palabras  por  comprarme 
Que  solo  yo  era  digno  de  tu  amor? 

No  me  guardes  rencor  si  mi  consejo 
Cuando   feliz   estabas   te   oculté; 
Mudo  en  pesar  y  de  estupor  perplejo 
A  decírtelo  entonces  no  at'né. 

Yo   te  quería   es   cierto,   casi  tanto 
Que  amor  yo  le  llamara  sin  dudar  , 
Por  eso  es  porqué  suelto  mi  quebranto 
Al  embate    furioso  del  pesar. 


—  157 


M¡is  hoy  todo  pasó,  y  allí  en  mi  pecho 
Donde  el  recuerdo  tuyo  se  anidó 
En  féretro  hallará  tranquilo  lecho 
La  lian. a  que  su    actos  alumbró. 

No  quieras  eon  tu  llanto  conmoverme 
Todo  es  inútil,  se  acabó  mi  té; 
No  puede  tu  inocencia  convencerme 
Que  en  la  bondad  un  Limite  se  vé. 

Yo  fiel  a  tus  palabras  mentirosas 
La  aurora  de  la  dicha  entreveía; 
Las  aves  me  alagaban  melodi<  -    - 
El  dulce  arroyo  mi  sentido  hería. 

T<  do  feliz  moraba  en  el  contento 
Para  mi  de  desdicha  no  era  el  mundo; 
Todo  brindaba  súbito  portento 
Fué  todo  engaño  y  malestar  profundo. 

No  desgarren  mis  fibras  una  a  una 
Tanta  maldad  cual  siente  el  corazón; 
Venga   el  olvido,  venga,  que  ninguna. 
Digna  es  que  vibre  ya  por  su  ilusión. 


—  158  — 


"BIJOU" 


Dá  mi  pié  un  gran  topazo — sin  querer  por  supuesto- 
en  la  pata  maciza  de  un  mueble  milenario ; 
y    cBijou"    que  descansa,  debajo  del  armario. 
me  rezonga  su  enojo,  defendiendo  su  puesto. 

Intrigado,  investigo  el  origen  del  gesto, 
— pues  de  filosofía  revisto  mi  santuario — 
y  contempla  mi  vista,  así  como  un  osario, 
con  tantos  desperdicios  como  el  perro  allí  ha  puesto. 

Un  trozo  ensangrentado  su  garra  aprisionaba, 
y,  haciendo  que  dormía,  vigilaba  su  presa 
en  ensueños  perrunos,  lejanos,  su  cabeza. 

Más  el  intruso  vino  y  tal  golpe  bastaba. 
— apesar  de  que  su  amo  con  mimo  lo  guardaba — 
para  ahogar  en  su  ira  la  flor  de  su  nobleza. 


—  159  — 


RUEGO 


•A   qué   buscas,   ingrata,  de  otras  playas 
«•1  blando  arrullo  en  sus  mentidas  ondas. 
filando    la  mía.  serena 
te  brinda  dulce  abrigo' y  franca  arena; 
y  Jas  nevadas  blondas 
divisas  extender,  ruando  austro  arruga 
el  veleidoso  manto  de  Neptuno, 
y  eres  en  e]  ganar  tú  quien  madruga  .' 
Que,  ¿no  escuchas  de  mi  musa 
el  eco  triste,  su  doliente  estrofa, 
y  las  rizadas  telas  desplegando, 
'•nal  desposada  alegre 
que.   en   gala   revistiendo  su  hermosura, 
nnda  el  azahar  purísimo  a  Himeneo 
•'1  e-asto  templo  su  virtud  llenando; 
te  aprontas  a   partir  al  mar  sediento, 
sepulcro  de  cadáveres  sin  cuento? 
¡Desecha  tu  ilusión!  No  en  otras  tierras 
<-on  el  sincero  amor  del  compatriota 
te  halagarán.  Tan  sólo 
las  Parcas  jugarán  con  tu  destino, 
así  aguzando  ariete 
que  el  mismo  mar  oeulta ; 
y  antes  de  terminar  en  tu  eamino 
mueras  allí.-  y  en  ignorante  Lethe 
sin  gloria  y  sin  blasón  vas  sepultada. 

Ya  en  áspero  ascender  el  ancla  miro  ■ 
tu  chu¿ma  en  triste  son  mutua  se  alienta; 


—  161 


y  oculta  tempestad   veo,  contenta, 

acechando  tu   paso 

tendida  en  el  ocaso. 

De  eléctrico  puñal  sus  resplandores 

•  pie  cu    la   cobarde   hazaña   es  instrumento 
al  divisarlos  presa  de  temores 

p<>r   tí,   bajel,   yo   soy. 

Tregua,  tregua  ¡oh,  dolor!  Tregua  un  momento, 

quita   tu  despertar;  cien-a   la    herida 

•  pie  abriste  en  mi  pecho  acongojado, 

y  al   estupendo  impulso  con  que  elevas 

la    vil   arena   de]   candente  suelo 

a]  éter  puro  del  empíreo  helado, 

préstame   alientos 

con  qué  llegar  a  tan  serena  cima. 

Los  humillados  vientos 

presurosos  llegando 

suban  allí  sublimes  entonando 

suave  murmullo  que  ensalzó  otro  día 

de  divino  Jehová  su  gloria  al  hombre: 

y  uniendo  en  armonía 

el  himno  celestial  en  su  alabanza 

el  universo  atónito  me  nombre. 

Tal  ésta  fué  la  condición  humana 
de  un  siglo  en  otro  en  pos.  Tal  es  de  vano 
el  ser  que  miserable  medir  quiere 
del  alto  Dios  la  gloria 
el  poder  soberano ; 
tal  ésta  fué  la  presumida  Historia. 
Que  vi  la  falsedad  del  mundo  entero 
tender  el  ala  de  invisibles  males 
de  un  polo  en  otro  polo, 
de  un  mar  en  otro  mar.  Yo.  ignoto  y  solo, 


—  162  — 


forcejeé  con  la  fuerza  de  mi  sino 
y  e]  triunfo  contemplé  sonreirme;  y  luego, 
sentí  en  mi  alma  su  agradable  fuego. 
.Mas.  pronto  se  apagó  nave  querida; 
toilu  se  fué  como  se  vá  en  la  vida. 

Así  mira  a  tu  frente,  no  desdeñes 

«'1  ruego  placentero  que  hoy  te  envío ; 
que  siempre  mi  amistad  fué  a  tí  sincera. 
Vé.  nunca  pasagera 
guarda  en  su  poderío 
Océano  implacable  la  acción  tuya: 
que  rasgas  con  tu  quilla  poderosa 
•Jn  la  quietud  la  onda 
y  en  la  borrasca  la  montaña  airosa. 
Vete  nomás ;  pero  al   tornar  un  día 
recuerda  que  aquí  siente  tus  olvidos 
quien  siempre  te  cifró  mis  ilusiones 
del  vulgo  rechazado. 
Mira   mi  lira  rota  : 

el   plectro  confundido  en  sus  despojos: 
ya  no  saldrá  una  nota 
en  une  cante  siquiera  mis  enojos. 
;  Adiós  Mundo  feroz,  soy  tu  poeta 
para  cantar  tus  glorias  acabadas: 
;<>h.  nave:  /no  me  escuchas?  ¿Enlutadas 
no  miras  mis  campiñas  halagüeñas, 
y  las  lejanas  peñas 
olvidas  que  serán  tu  desventura?.  .  . 
;  Pliega  tus  velas  donde  sean  amadas, 
que  aún  gratas  te  han  de  ser  por  sepultura ! 


—  163  — 


BROCHE 


La  filigrana  de  mi  sentimiento 
•sobre  tu  frente  pura,  alabastrina. 
orfebra  la  aureola  peregrina 
que  exorna  el  amoroso  pensamiento. 

Plena  de  gloria  en  tan  feliz  momento 
devuelves  besos  mil  ¡  mientras,  divina, 
del  Arte  redentor  la  luz  culmina 
dando  a  mis  ansias  generoso  aliento. 

Por  eso  son  mis  versos  mensajero» 
que  van  hacia  tu  altar  en  un  derroche; 
y.  aunque  broten  en  ásperos  senderos 

en  las  tormentaciones  de  mi  noche, 

gozan  la  esplendidez  de  tus  luceros 

al  posar  tu  en  mi  llaga  como  un  broche. 


—  165  — 


INDICIA 

Págs. 

ETERNIDAD V 

DEDICATORIA 3 

Valores \) 

JBJ  soneto 11 

No   haber  nacido   pájaro 13 

Fe 17 

lleudo 19 

La   visión   de]    poeta 21 

Falsa  vida 25 

K.sMifo 27 

Ensoñación 2!* 

Elegía 33 

l  ii    vaso    de    cerveza 37 

Ella 3'.' 

Mi   nueva   religión 41 

El  dolor  de  -Jesús 43 

Drama 45 

A  una   estrella   enante 47 

La   murga 49 

Triim • 51 

Se    han    burlado     hija    mía 53 

Trova  galante 55 

Ya  estoy  cerca  de  tí.  patria .37 

Resmres'x 63 

Amado  Ñervo 65 

A  Lucila 67 

Aeda   filósofo 6ÍJ 

Solo  adorando 71 

Espectros 73 

El  matón 77 

Lucha  interior 79 

Nunca   seré   instrumento 81 

Un  beso 83 

Yo  soy  la  roca 85 

Profesión 87 


p, 


& 


Nubes   pardas 89 

Crédulo !»1 

¡velt !)o 

Pastoril 95 

España 97 

Quinteros 101 

Talióu 105 

El   fúnebre 107 

1  le  otro  t i «ii i j ><» 109 

Ultimo 111 

Alberto 113 

Eterno    carnaval 115 

Proscrito 117 

Áspid 119 

Vieja  canción 1-1 

Ciega 123 

.Magnitud.       .             125 

¡ion 127 

K    santo  amor  humano 12!» 

Italiana 131 

Napoleón 133 

Carnaval   1919 135 

Quijote l:>-7 

Suicida l;)>'-> 

Esperanza,  «-res  nube 141 

Ayer  y  hoy 143 

Frente  a   la   vida 145 

De    Dié l-±7 

Virtud   exceda 149 

Para    «'1    abanico 151 

Artigas 153 

Arcano 155 

A    una    joven    Frágil 157 

"Bijou" 159 

Ruego 161 

Broche            165 


BJNDJiív*  ¿ZCT.  NOV  16  1972 


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PQ  Freiré  Silvar,   Jesús 

Jornadas 
F764J6 


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